Para conocer una cosa, un objeto, una disciplina, se comienza siempre por conocer sus cualidades o propiedades.
Véase, pues, cuales son las propiedades de la Teología.
Estas propiedades son esencialmente de dos aspectos: las absolutas, privativas, que convienen a la teología en sí misma; y las relativas que la complementan y competen en especial con respecto a las ciencias humanas en general.