Curso XXXIV - Enseñanza 12: El Óctuple Sendero

La doctrina del Buda aleja al hombre del campo puramente racional; le indica como realización práctica un método para lograr la liberación: el Sendero. Es esta una actitud de vida que debe adoptar.
Buda asentó cuatro postulados fundamentales o verdades sobre las cuales basa todo su programa de vida. Estos cuatro postulados son:
El conocimiento de la existencia del dolor.
El conocimiento de que el dolor es causado por el deseo.
El conocimiento de que el dolor es únicamente eliminado por la aniquilación del deseo.
El conocimiento del sendero que lleva a la cesación del dolor por la aniquilación del deseo. Este sendero fue expuesto dividido en ocho aspectos, por cuyo motivo se lo llama el óctuple sendero.
Buda rechaza siempre los extremos por cuyo motivo condena tanto el sensualismo como la automortificación. Su sendero es el sendero del medio.
El primero de los 8 aspectos es el RECTO CONOCIMIENTO.
Indica que es necesario comprender el mal para comprender la raíz del mal y el bien para comprender la raíz del bien.
El mal es resumido en el siguiente decálogo: Matar, Robar, Fornicar, Mentir, Murmurar, Usar lenguaje áspero, Hablar inútilmente, Tener avaricia, Ser cruel, Emitir juicio que perjudica. La raíz del mal es el deseo, la cólera, la desilusión.
El bien se define como el abstenerse de esos diez actos y la raíz del bien la ausencia de deseo, de cólera y de desilusión.
Cuando se comprende el dolor y su causa, cuando se comprende la cesación del dolor y el sendero que lleva a ello, se habrá logrado el Recto Conocimiento.
Buda al exponer este primer paso del Recto Conocimiento coloca sin embargo de inmediato un freno, a tal punto que en lugar de Recto Conocimiento podría llamarse también de Recta Fe.
Al dar su clásico ejemplo del hombre herido por una flecha y de lo inútil que sería para el herido saber nombre, condición y aspecto físico del médico antes de ser auxiliado, en lugar de recibir directamente el auxilio, afirma lo inútil del conocimiento racional y la especulación sobre lo trascendental, el ego y otros aspectos.
Afirma luego la ley kármica, con lo cual se concluye la necesidad de vencerla con los actos de la vida para lograr la liberación de la cadena de reencarnación.
La segunda etapa es la RECTA INTENCIÓN.
Comprende: El pensamiento de renunciar a los hábitos mundanos.
El pensamiento de no tener mala voluntad; y el pensamiento de abstenerse de la crueldad. La tercera etapa es la de la RECTA PALABRA.
Comprende: Abstención de la mentira, para no favorecerse a sí mismo ni a otros.
Abstención de la murmuración, con lo cual se evitan discordias y se contribuye a la armonía de los hombres.
Abstención del lenguaje áspero, con lo cual se evita el rencor y los odios, sembrando al contrario el amor, la dulzura y cordialidad.
Abstención de conversaciones inútiles. Háblese con propiedad, breve y claramente.
La cuarta etapa es la de la RECTA ACCIÓN.
Comprende: Abstención de matar. Se condena el uso de armas y elementos ofensivos. Lleno de comprensión, simpatía, compasión, el hombre debe practicar la piedad con todos sus semejantes.
Abstención de hurtar. Sólo se toma lo que se le da. Se elimina el deseo por lo ajeno purificando así el corazón.
Abstención de fornicar. Se superan los deseos carnales eliminándose las vallas entre los sexos.
La quinta etapa es el RECTO VIVIR.
Se incita a abandonar los reprobables métodos de lograr la subsistencia la cual debe ajustarse a una ética estricta. Sobre todo se indican las que causan dolor y miseria directa, como ser la profesión de carnicero, cazador, pescador y militar. Las que causan dolor indirecto, como comerciar con bebidas tóxicas; comerciar con venenos; comerciar con armas y comerciar con seres humanos. También se incluyen como réprobas las prácticas de adivinación, usura, juegos de mano y otros.
La sexta etapa es el RECTO ESFUERZO.
Comprende: El Esfuerzo de Eliminación. Consiste en dominar las sensaciones, eliminándolas por el esfuerzo de la voluntad a fin de que no provoquen deseos, apetitos y malas tendencias.
El Esfuerzo de Dominio. Consiste en fortificar la voluntad para poder hacer frente a cualquier deseo, a la cólera y la desilusión, apartándola volitivamente de la mente. Para lograr este propósito debe reemplazarse una idea mala con una buena; se debe reflexionar sobre la miseria de estos pensamientos malos; no debe prestarse atención a los malos pensamientos; deben analizarse en todas sus partes los malos pensamientos; debe ahogarse con la mente todos los malos pensamientos hasta que desaparezcan y se disuelvan.
El esfuerzo de Reproducción. Consiste en engendrar en sí mismo la voluntad de crear cosas buenas, de hacer surgir en sí mismo el bien. Se conseguirá así la alegría, la atención, la tranquilidad, la concentración y la ecuanimidad.
El Esfuerzo de Conservación. Consiste en desarrollar la voluntad de conservar y preservar las cosas buenas que surgen, perfeccionándolas. Se supera la pereza y se adquiere espíritu de vigilancia.
La séptima etapa es la RECTA ATENCIÓN.
En ella el discípulo se observa y observa a los demás. Observa el cuerpo, la mente y los fenómenos internos, habiendo dominado ya los deseos. Observa la respiración y la expiración y deduce la existencia de algo, del cuerpo, que sin embargo es sólo un hombre en relación a los cuatro elementos y de las propiedades que le son inherentes: ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo, forma, sonido, gusto, etc.
Nace así la conciencia de los cinco aspectos de la existencia, sobre todo los mentales; sensaciones, percepciones, voliciones, conciencia y el aspecto material; pero no hay realmente criatura, sino sólo los cinco aspectos que dependen de ciertas causas. El discípulo observa todos los movimientos del cuerpo y tiene clara conciencia de todo lo que pasa. Observa todos los detalles de su cuerpo y los conoce. Observa los nacimientos y la muerte y, como dijo el Buda, llega a la conclusión que “allí sólo hay cuerpos”.
El que logra este conocimiento domina el descontento, el miedo, el calor, el frío, el hambre y la sed, domina y soporta todas las molestias, con paciencia y mansedumbre.
El discípulo observa también las sensaciones y comprende que en sentido absoluto no hay individuo alguno que pruebe la sensación. “Yo siento” es sólo una expresión del lenguaje. En forma similar observa los fenómenos internos y concluye que hay fenómenos, pero ello no es prueba de realidad.
El octavo y último aspecto es la RECTA CONCENTRACIÓN.
Una agudeza de la mente llama Buda a la concentración. Para lograrla se debe buscar el apoyo del Recto Esfuerzo.
El practicante debe haberse limpiado de la concupiscencia, de la cólera, de las flaquezas, de la inquietud y de la duda.
Lejos de las sensaciones y del mal consigue el primer trance. Se ha librado de los cinco escollos mencionados, pero están presentes aún el raciocinio, la reflexión, el gozo, la felicidad y la concentración.
En el segundo paso consigue la unidad mental a través de la eliminación del raciocinio y la reflexión.
En el tercer paso desaparece el gozo y sólo queda la felicidad y concentración.
En el cuarto trance ya sólo queda ecuanimidad y concentración. Mas por elevado que sea el vuelo del espíritu, mientras que queda la más mínima sensación, el más sutil deseo, mientras que no se haya pasado el reino sin formas, no se alcanzará el Nirvana. Sólo la aniquilación del deseo, la superación de toda sensación, la perfecta renuncia permite al alma llegar a ese estado de conciencia divina, en que superado todo deseo, logra el ser dominar la reencarnación y el dolor humano.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

Relacionado