Consta el ejercicio de la meditación afectiva de cinco pasos que son: Invocación, cuadro imaginativo, cuadro sensitivo, propósitos y consecuencias.
Para un ejercicio como es la meditación, en que el esfuerzo personal del orante es de primordial importancia, parecería un contrasentido que se deba formular invocaciones a fuerzas superiores; sin embargo, para que haya verdadera meditación es imprescindible este primer paso prescripto para su realización.