Curso XLI - Enseñanza 3: La Rueda Control
En la Rueda que se va a describir está depositado el poder de absorción y de repulsión de las fuerzas cósmicas. Por eso, nadie se atreve a hablar con precisión de ella en público, pues sería muy peligroso el uso de este poder en manos inexpertas; además, no todos los estudiantes de filosofía esotérica están acordes al definir sus efectos ni sobre el lugar en donde está depositado.
Los indos la sitúan entre el ano y los órganos genitales y la consideran suplementaria de la Rueda Sacra; los occidentales, en cambio, la ubican en el bazo y le atribuyen el poder de asimilación y distribución, en el organismo humano, de los rayos solares.
Arriba de los órganos genitales, más exactamente en la región pubiana, nace este filamento que sube como rama bifurcada al bazo y al hígado, para unirse luego en el plexo esplénico y manifestarse en el astral como una maravillosa rueda de cambiantes colores. Cuanto más rápida es su marcha, tanto más se funden entre sí los colores, formando como un arco iris que estuviese velado por una gasa blanca.
Cuando esta rueda está en descanso se presenta de un color blanquecino, pero de un blanco matizado de violado, con tres hermosos pétalos a la derecha y tres a la izquierda, de color bermejo.
Cuando gira rápidamente predomina el blanco violado, pues el color violeta corresponde a mayor vibración; acentuándose el blanco bermejo al disminuir su velocidad, ya que el color rojo denota lentitud.
El planeta Venus influye poderosamente sobre este centro, por eso domina las rodillas, que constituyen el depósito del agua en el ser humano; es el centro del gusto y del sabor que se asienta, soberano, en la boca del hombre. El órgano que le pertenece es el hígado; el plexo, el esplénico; las glándulas, las suprarrenales.
Tiene un doble poder y se le representa como dos cuartos de luna; el cuarto de luna inferior está custodiado por el Dragón, símbolo del poder superior, que no permite al hombre mayor poder que el que puede soportar.
Por esta rueda sale el cuerpo astral en las horas de sueño y de desprendimiento. Por eso corresponde al plano astral.
Su poder es el de contracción; por allí entran en el ser todas las fuerzas cósmicas, todos los poderes constructivos y destructivos; es el control de todo el sistema del hombre. Mantiene la armonía entre el físico y el astral y por allí se elimina, durante las horas de sueño, los elementos superabundantes o negativos.
No se puede efectuar el desprendimiento del cuerpo físico ni dirigirse el astral sin dominar este centro.
Es este centro el del dominio personal; mediante él se encierra el ser en sí mismo, o se abre a la vida.
Siempre está allí, sentado sobre ese umbral, El Espectro del Umbral, el enemigo implacable de aquél que quiere trascender los límites humanos, para impedir el paso a los mundos superiores.