Curso XLI - Enseñanza 1: El Éter Cósmico
La potencia energética del Universo es la que da origen a los siete éteres cósmicos, así como Dios, Uno en su origen, se divide en siete rayos.
La energía de estos siete rayos y su poder es lo que se va a explicar.
Estos siete éteres llegan a nuestro sistema planetario, impregnan a los astros y a los planetas y éstos, a su vez, derraman sobre la Tierra su influjo.
Los siete éteres son:
N° 7: Éter Odorífero
N° 6: Éter Gustífero
N° 5: Éter Luminífero
N° 4: Éter Tactífero
N° 3: Éter Sonorífero
N° 2: Éter Dimensional
N° 1: Éter Sintético
Al N° 1 se la llama sintético porque reúne en sí a todos los demás.
Cada uno de estos éteres o vibraciones que, como se ha visto, son uno, fundamentalmente, al vibrar se quiebra en formas y colores.
El N° 7 es físicamente amarillo y astralmente anaranjado.
El N° 6 es físicamente blanco y astralmente violado.
El N° 5 es físicamente rojo y astralmente rojo.
El N° 4 es físicamente azul y astralmente verde.
El N° 3 es físicamente negro y astralmente azul intenso.
El N° 2 es físicamente sin color y astralmente amarillo.
El N° 1 es físicamente sin color y astralmente resume en sí el espectro de todos los colores.
El N° 7 tiene forma cuadrada y como elemento le corresponde la tierra.
El N° 6 tiene forma de media luna invertida; le corresponde el agua.
El N° 5 tiene forma triangular; le corresponde el fuego.
El N° 4 tiene forma espiral; le corresponde el aire.
El N° 3 tiene forma circular; le corresponde el éter.
La forma del N° 2 y N° 1 se dará oportunamente.
No quiere decir que cada uno de estos éteres sean completamente separados de los otros; una molécula de éter compuesta, por ejemplo, de ocho átomos, tiene cuatro de éter predominante y uno de cada uno de los restantes.
El que conoce el certero manejo de estas fuerzas, es dueño del poder del Universo.
Ellos tienen su asiento en los Centros de fuerza astrales o ruedas etéreas y en el cuerpo físico están depositados en los ganglios, plexos y glándulas y desde allí influyen, beneficiosa o perjudicialmente al Ser.
Los siete éteres tienen en el cuerpo astral otros tantos centros correspondientes.
En el cuerpo físico estos siete centros de fuerza están todos depositados, sintéticamente, en el cerebro y ampliamente a lo largo de la columna vertebral.
El poder de estos centros es neutro.
Las combinaciones de estos éteres entre sí dan vida a otros cuarenta y nueve centros de fuerza, el centro de los cuales está depositado en el corazón y actúan sobre el Ser con una fuerza negativa; este centro tiene otros ciento un centros de fuerza que son los que dirigen y agrupan entre sí a los vasos sanguíneos.
Los centros de fuerza restantes son setenta y dos; provienen de las combinaciones de los éteres neutros y negativos y son positivos. Su centro está en el ombligo, un poco más arriba de los órganos genitales y rige el sistema nervioso del Ser.
Estos setenta y dos centros tienen en el cuerpo humano setenta y dos mil centros secundarios.
Las ruedas etéreas se reflejan en el cuerpo astral, a pesar que ellas pertenecen al cuerpo energético y no están divididas, sino superpuestas una a la otra, sobresaliendo la predominante.
El éter cósmico, en el cuerpo físico, está depositado en la región coxígea. Cuando las ruedas etéreas adquieren fuerza y entran a actuar, esta dormida princesa se despierta y se levanta, subiendo a lo largo de la columna vertebral o, mejor dicho, enroscándose hasta llegar al cerebro y despertando en el Ser su verdadera y real naturaleza.
Asciende por la derecha y desciende por la izquierda; la derecha es positiva, la izquierda negativa. A este subir y bajar del éter cósmico, se le llama la subida del “IHS al Monte”; y su descenso, el descenso a la “Tumba de la Madre”.
El primer centro físico que se despierta es el plexo sacro.
El segundo centro físico que se despierta es el plexo esplénico.
El tercer centro físico que se despierta es el plexo solar.
El cuarto centro físico que se despierta es el plexo cardíaco.
El quinto centro físico que se despierta es el plexo laríngeo.
El sexto centro físico que se despierta es el plexo carotídeo.
El séptimo centro físico que se despierta es el plexo coronario.
Ellos son como la raíz de la planta; la flor brota en el astral.
El plexo sacro refleja su espectro astral a la altura de los órganos genitales y sintoniza con la nariz, los pies y el olor del sujeto.
El plexo esplénico nace arriba de los órganos genitales, cruza por el hígado y el bazo y refleja su espectro astral en el costado izquierdo; influye sobre la lengua, el sabor y las rodillas.
El plexo solar nace en el ombligo, cruza el plexo solar físico y refleja su espectro astral en el mismo centro; influye sobre los ojos, el color y los codos.
El plexo cardíaco nace en la región del apéndice xifoide, cruza por el corazón, se refleja en el centro del pecho e influye sobre la piel, sobre el tacto y las manos.
El plexo laríngeo nace en la base de la garganta en forma bifurcada, cruza el cartílago tiroides y se refleja en el espectro astral en toda la región de la garganta, hasta la altura de la boca; influye sobre los oídos, el sonido y las caderas.
El plexo carotídeo nace en la región del hueso frontal, cruza por la hipófisis y refleja su espectro astral sobre la frente; influirá sobre las alas futuras, el sentido dimensional y los hombros.
El plexo coronario está depositado en la glándula pineal o epífisis, e influirá, a su tiempo, sobre determinados órganos y sentidos del Ser.