Curso XXXV - Enseñanza 9: Las Dos Llaves
El camino iniciático es para los fuertes, los valerosos, los dominadores y los intrépidos.
La soledad y el silencio no son el fin de la Gran Obra, sino una preparación para ir hacia arriba. Por eso, una vez más, el discípulo abandona el apacible retiro para aprender a andar solo y a conquistar por sí mismo la victoria de los grados superiores.
Antes, en los momentos de prueba, de oscuridad y tentación, tenía quien le tendía la mano; pero ahora está solo: solo con su mente y su corazón, solo con sus pensamientos y sus sensaciones, a los cuales tendrá que conquistar, subyugar y dominar.
Él ya no es el pobre Viandante, sino el consciente Peregrino.
La que lleva el Estandarte de la Madre es Anhunit, porque el amor es el principio y el fin del Sendero. Aún el amor más vulgar y grosero es siempre una imagen en miniatura del Gran Amor Universal, que mueve los astros y todas las cosas.
El Lago de Ixdoubar representa el subconsciente, el depósito grosero de las experiencias emotivas, que encierra las experiencias pasadas y los hábitos adquiridos.
El barco de Hanou es imagen del cuerpo físico; y el cisne Tamuz que lo guía, es imagen del Espíritu; y si la materia es guiada por el Espíritu, las groseras sensaciones se transmutan en nobles y sublimes emotividades.
Anhunit, símbolo de la parte mejor del corazón, imagen de una exquisita sensibilidad orientada hacia los mundos superiores, viste toda de rojo, porque el rojo es color que corresponde al amor, a la pasión y al deseo.
Las dos llaves que Anhunit entrega al hombre simbolizan los pares de opuestos. El amor según se le maneje puede llevar desde la renunciación y el sacrificio más sublime, hasta el odio y egoísmo más profundo. Si el hombre sabe manejar sus pares de opuestos es, verdaderamente, dueño del cielo y del infierno, del amor y del dolor.
Pero las sensaciones han de ser vigiladas, analizadas y desmenuzadas por la fría razón. El severo análisis, la cortante lógica, toma las afectividades, las analiza como el cirujano abre y desmiembra un cadáver, para conocerlas y estudiarlas; pero observen los estudiantes que se llama aquí, a la mente, atrio de sabiduría; quiere decir que la razón es un portal y no la finalidad de la sabiduría.
Innumerables son las víctimas que caen aquí, deslumbradas por la ley maravillosa de la diosa Razón. Philo da el conocimiento exterior de las cosas; pero para conocer, es necesario estudiar la parte oscura, el reverso de la medalla y la fuente espiritual que está oculta detrás de todos los misterios y fenómenos de la vida.
Por eso es peligrosísimo este paso iniciático; el discípulo puede caer en la duda, en la incredulidad, en el materialismo, en el sofisma.
Verdaderamente, lo que se aprende aquí son cosas maravillosas y verdaderas, pero verdades y no la Verdad; estas verdades son las flores que esconden la serpiente.
Aquél que quiere llegar, ha de seguir adelante. Una vez más ha de conocer, después de conocer tantas cosas, la Única Verdad.
Todo es Uno; todo dimana de una misma fuente; y a esa fuente ha de dirigir sus pasos el discípulo; y los dirigirá, si sabe pasar incólume el Jardín de Philo, saboreando el silencio, que es la parte superior y espiritual del alma, y llevar el Estandarte de la Madre, que es el amor que no se deja aplastar por la razón.