Curso XXXII - Enseñanza 3: Explicación de las Nueve Primeras Palabras
“ÉL NO ES”
Dios, como fundamento universal, no puede ser definido. Definirlo sería negarlo; atribuirle cualidades sería limitarlo. Si el espíritu humano llegara a Él, no podría describirlo porque sería inmediatamente absorbido en lo Eterno.
“ÉL ES UNO”
Al estremecerse la inmensidad desconocida, una luz surge de las tinieblas; y una sola luz. No puede haber dos luces porque, por su naturaleza potencialmente divina, no hay más que un Espíritu.
“TODOS EN ÉL SON UNO”
La pluralidad de los espíritus que surcan los espacios, desde la Conciencia Divina hasta la voluntad humana, están individualizados únicamente por los velos de la ilusión; pero, enseguida que desaparece la causa que motivó el efecto, caen los velos, huyen las sombras, y los muchos vuelven a ser el Uno.
“ÉL ES NUESTRO DESTINO Y NUESTRA FINALIDAD”
Aún los velos de la ilusión son Él. Él es la Unidad y Él es las múltiples formas de todo lo que compone la existencia, los destinos de los seres. Su Divinidad, reflejada en las finalidades humanas, hace que estas cambiantes formas sean tan Divinas como Él mismo.
“ÉL ES NUESTRO PRINCIPIO Y NUESTRO FIN, PUES ÉL ES TODO”
Él es el Espíritu Creador y es la florcita más pequeña del valle. La Divinidad está presente desde la primera manifestación de la vida hasta la reintegración de las almas al estado primario. Espíritu y materia es una sola cosa. Alma y cuerpo son dos aspectos distintos de una misma esencia. Por eso. Él, que está en todo, es el principio y el fin.
“ANTES, ÉL ESTABA; AHORA ESTÁ; SIEMPRE ES; ¿Y ANTES?…
El Espíritu, en su esencia, nunca puede variar. No le afectan las formas, la duración ni los cambios. Pasan por ante Él todas las radiaciones de su creación sin afectarle en lo mínimo. Pero ¿es distinto Él de lo Inmanifestado? ¿Hay una diferencia señalada por las palabras “¿Y antes?” entre lo manifestado y lo Inmanifestado? No hay ninguna. Él siempre Es. Si Él siempre Es, nunca deja de ser Aquel que No Es.
“ESTABA EN ABSOLUTO DESCANSO”
Cuando se discurre sobre lo Eterno, que no admite discurso, sólo una palabra cabe: No. No. No.
“¿ERA OMNIPOTENTE? ¿ERA OMNIPRESENTE? ¿ERA OMNISCIENTE?
Si bien Él posee todos estos atributos, enseguida que Él se disponga a reconocer que Él es Aquello, deja instantáneamente de poseerlos.
“NO ES. NO ES. NO ES”
Se niega aquí tres veces, porque ni materia ni mente ni espíritu son distinguibles en Aquello; sólo participan de su Divinidad en estado latente, sin definición.