Curso XXVII - Enseñanza 29: Las Antiguas Religiones Mejicanas

Muy parecidos en religión y costumbres a los incas y también descendientes de los Atlantes, son los aztecas, miltecas y toltecas.
Al revés de los pieles rojas de las Montañas Rocosas, que habían conservado en alto grado las costumbres de una religión completamente espiritual con hábitos patriarcales y venerables, estos indios de Centro América eran materialistas, feroces y sanguinarios.
El universo para ellos había sido creado por Citlantonac, el universo sutil, en unión con Citlalique, el universo denso.
Recordaban en sus anales cosmogónicos cuatro edades: la edad del agua, cuando la tierra habitada por los gigantes había sido anegada por un diluvio.
La segunda edad, la de la tierra, donde se habían refugiado los gigantes sobrevivientes, fue destruida por movimientos sísmicos y grandes temblores de tierra.
La tercera época, del aire, había sido arrasada por ciclones.
En cuanto a la cuarta época, del fuego, las inmensas llamas devoraban a los seres humanos y de este fuego habían nacido y se elevaron al cielo, el sol, la luna y las estrellas que pueblan el firmamento.
Con el cuchillo quebrado de Citlantonac se formaron los dioses y de un hueso de un dios muerto nacieron los hombres.
La tierra era venerada en la diosa Amon, pero la preferida era Cinteolt; ella es la que preside el crecimiento del maíz, la planta tradicional de los indios; protege también la generación.
La representaban como una bella mujer cargada de espigas y con un niño en brazos; le inmolaban víctimas humanas que debían ser personas sin defectos físicos, sanos y fuertes. Estos eran puestos sobre el ara del sacrificio, se les abría el pecho con un afilado cuchillo y el corazón arrancado y aún palpitante se consagraba a la terrible diosa.
Imposible sería enumerar todos los dioses venerados por estos pueblos. Tosi era la madre de los dioses, la abuela de los hombres, protectora de los magos y de los hechiceros.
Mixcoatec era el dios de las tormentas. Xiulteculti, el dios del fuego. Cihuatcoatl la diosa serpiente, bondadosa y amable, había dado a luz antes que ninguna otra mujer y amparaba a las mujeres en el trance maternal.
Pero el gran dios, el dulce dios, vestido de blanco, es Quetzalcoatl, el loro serpiente, el que fomenta la paz. Cuando bajó entre los hombres prohibió los sacrificios humanos y desterró a los malos.
Especialmente venerado por los toltecas, su símbolo era una cruz. Cansado de estar entre los hombres quiso regresar a las regiones celestes, dejando a Tula, la ciudad máxima, donde era venerado en la desolación.
Después de él reinó el dios Texcatlipoca, malo, vengativo y perverso, que volvió a sembrar el dolor entre los hombres.
Fueron desapareciendo rápidamente los indios y quedaron sepultados para siempre bajo las ciudades perdidas, los tesoros y los testimonios de su antigua y divina religión.
Pero como nada perece por completo, ha quedado aún intacta en las Montañas Rocosas, una antigua tribu de indios, descendientes puros de la perdida Raza Atlante y de las dinastías del águila.
Aún hoy repercute en las montañas el eco profundo de los nombres venerados de Manitú, el dios eterno y de Masson, el hijo del dios vivo. Han quedado allí, como símbolo único de la cuarta raza raíz, esperando el último día, en el cual todas las semillas serán juntadas para que florezca la sexta gran raza, la raza raíz futura.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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