Curso XXIV - Enseñanza 14: La Corriente de los Iniciados del Fuego en las Órdenes Esotéricas
Entre las misiones que les han sido confiadas a los Iniciados del Fuego, una de gran importancia ha sido aquélla de reservar el espíritu tradicional de los primitivos Iniciados, en el más absoluto silencio y a través de las civilizaciones.
Como levadura de sabiduría, estos Iniciados han mantenido sus enseñanzas apartadas de los ojos mundanos, para ofrecerlas, de vez en cuando, a la Humanidad, cuando lo exige una imperiosa necesidad y es notable el decaimiento de la fe.
En el siglo XVIII las Órdenes Esotéricas tomaron mucho incremento y desarrollaron una gran obra social, especialmente en Europa. Hasta entonces, los Iniciados del Fuego que las dirigían habían tenido por lema aquellas palabras del Gran Maestre Iniciado: “Orare et laborare”, orar y trabajar, que sintetizaban toda una obra de recogimiento, de oración, de vida interna.
La primera palabra, orar, estaba sobre todo; por eso, el estudio y la oración venían primero; el trabajo era una consecuencia.
Lo que ellos aportaban a la Humanidad era esporádico y dado con la máxima reserva.
Pero en el siglo XVIII, los Iniciados del Fuego que dirigían las Órdenes Esotéricas, se dividieron, afirmando algunos que el lema de importancia para estas sectas debía ser: “Laborare et orare”, trabajar y orar.
La Humanidad, su desenvolvimiento, su adelanto y su bienestar era todo; los Iniciados estaban obligados a dar su sabiduría, a salir de sus retiros para prodigarse; la vida interna venía, por consiguiente, después.
Por esta nueva orientación se gestaron revoluciones y se transformaron todos los Estados en el siglo XIX. Las doctrinas que trajeron el adelanto moderno, basadas en la libertad y el positivismo, son fruto de esta orientación: “Laborare et orare”.
Pero estas corrientes nunca se establecen definitivamente. La importancia que les han dado los Iniciados del Fuego del siglo pasado a las ciencias naturales, han hecho decrecer el amor al estudio de las ciencias divinas; por eso las Órdenes Esotéricas han de volver a sentir, en un momento dado, la necesidad de enarbolar el antiguo lema: “Orare et laborare”.