Curso XXII - Enseñanza 4: Meditación Afectiva sobre “La Dama Negra” y “El Abismo”

Un hombre sin proyección hacia lo sobrenatural, que reflexione sobre lo que percibe de las relaciones humanas, llegará a la conclusión de que todo está perdido para él.
Comprobará, por ejemplo, que las palabras, especialmente aquellas que designan actitudes morales o éticas pronunciadas por los hombres de hoy, son meros sonidos convencionales que traducen aspectos parciales, superficiales y, la más de las veces, falsos de aquellas actitudes. Amor es placer carnal, lujuria, posesión para sí; pureza, mojigatería; libertad es irresponsabilidad; bondad es debilidad de carácter y así por el estilo con todas.
Dicho en otra forma, que el sentido de las palabras ha perdido esencialidad como consecuencia de pensamientos limitados, intrascendentes, egoístas.
De esta clase de pensamientos nace, por lógica, un modo de vivir limitado, intrascendente y egoísta. Y quien se limita, quien no trasciende, quien vive para sí, está siempre preocupado por vivir lo externo, creando separatividades que, a la postre, se convierten en sus enemigas, en nuevas fuentes del mal.
Un hombre así es como un parásito en el jardín de Dios. Todo lo que está fuera de él lo quiere para sí, todo lo traga y lo que no puede digerir lo expulsa, pero manchado, ajado, envenenado por su propio rencor al no poderlo utilizar.
El Hijo de la Divina Madre comprueba todo esto pero sabe que Ella no abandona a sus Hijos. Ha percibido su llamado dulce y débil desde lo profundo de su propio corazón y ha iniciado la lenta marcha, asistido por los Santos Maestros, que lo orientan a través de los laberintos que la Dama Negra levanta delante suyo.
Sin esa ayuda de los Santos Maestros no podría salir de ellos; pero, como tiene que ser él quien debe pasarlos, también necesita de todas sus fuerzas y de todos sus esfuerzos para vencer.
Se arma, entonces, con el aborrecimiento a todos esos males que lo hacían parásito del jardín de Dios. Con el aborrecimiento a sus propios males se cumple el inicial cambio fundamental que lo hace apto para transitar el Sendero del retorno a su Tabernáculo Sagrado, donde lo espera amorosamente la Divina Madre.
Pero ese Sendero se hunde en el oscuro Abismo de la Desolación.
A medida que marcha en esa dirección espiritual se va alejando cada vez más de la patria de los hombres. La Patria Celeste está lejana aún, oculta, misteriosa. Inflamado de amor por la Divina Madre ha renunciado a su pasado, ha aborrecido todo lo que antes lo identificaba con el medio ambiente de la patria vieja; pronuncia las mismas palabras que los demás, pero como su sentido ha variado, no encuentra comprensión. Y se desgarra en su soledad entre la muerte agónica de su personalidad pasada y el llamado del nuevo amor que lo ha llevado a ese trance de renacimiento, donde se agita desnudo e inerme como un recién nacido.
Y como un recién nacido encuentra manos cariñosas para cuidarlo y defenderlo; clama por alimento y son los Santos Maestros quienes se lo dan. Y la desolación terrible se hace porvenir espiritual. Por ella el recién nacido se hace niño y pronto será el Hombre Nuevo, Peregrino incansable hacia la Unión Substancial con la Divina Madre.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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