Curso XX - Enseñanza 10: Meditaciones Afectivas Estimulantes

Meditación: “LA DAMA NEGRA”. Efecto: “ABORRECIMIENTO”.
Invocación:
Te pido, oh Señor mío crucificado, el don maravilloso de penetrar en los misterios de tu sangre adorable y divina.
Si Tú me concedieras el bien de penetrar mi alma en el misterio de una sola gota de tu preciosísima sangre, yo estaría salvo para toda la Eternidad; yo descubriría el secreto supremo del amor verdadero, del Amor Real.
Pero, para esto, he de hacerme digno de Ti, he de purificar mi sangre humana, he de aborrecer sus impurezas con toda la fuerza de mi alma y de mi corazón.
Cuadro Imaginativo:
Veo brotar de las heridas de Cristo abundante sangre. En el momento del Supremo Sacrificio de la Cruz sólo veo la sangre humana de Cristo que brota de sus llagas y esconde el resplandor de la Sangre Divina.
Veo la sangre de Cristo salir abundante de sus llagas, correr por su cuerpo, coagularse, mezclarse con su sudor, con la sangre de las otras heridas, con el polvo que le cubre.
Veo la sangre de Cristo ennegrecerse, tornarse sucia, negra, fea.
Veo la sangre de Cristo cargada de todas las contaminaciones humanas.
Sensaciones:
Siento, oh Jesús mío, quién sabe por primera vez, la plenitud de la repugnancia y del aborrecimiento, la siento en mí mismo, en mis venas, en mi sangre. Allí, a través de tu sangre que mana abundante, sangre de dolor y de sacrificio, pues Tú, Dios, quisiste tener sangre de hombre para hacerte más semejante a ellos y auxiliarlos.
Siento mi misma sangre unida a la Tuya.
Todos mis males, todas mis faltas, todos mis vicios, toda mi ira, toda mi maldad, todo mi tarrastro y mi sangre, tarrastro que nunca hubiera podido limpiar, está allí. Pues Tú, mi Dios hombre, naciendo, te hiciste inyectar la sangre de todos los hombres y aún mi propia sangre.
La sangre que mana de tus llagas, es también mi sangre.
Tu dolor de Ser puro que sufre como si fuera el más impuro de los hombres, me hiere, me lastima, hace que aborrezca mi mal y mi sangre.
Repudio mi pasado. Añoro la pureza de la infancia.
Aborrezco mi mal.
Quisiera abrir mis venas para que brotara mi sangre, toda mi sangre junto con la tuya, para que fuera purificada a través del dolor, del sacrificio y del aborrecimiento.
Propósitos:
Propongo, Cristo Señor, reparar mi mal.
Si aborrezco de verdad mi pasado, no volveré a ser lo que fui.
Mi reparación ha de ser continua. He de ayudarte a Ti con mi dolor y aborrecimiento. Colaboraré contigo. Quiero purificar mi sangre por completo.
Tener todas las virtudes y aborrecer todos los males. Ni pensar quiero en nada malo. Ésta ha de ser mi arma para impedir que las impurezas penetren de nuevo a la nueva sangre.
¿Pero, cómo purificaré la sangre que ya no tengo, la sangre que ya te he ofertado, Jesús mío? ¿Cómo volveré a reconstituirla? Mis propósitos son buenos y fuertes. Pero, ¿cómo los lograré si ya no tengo sangre?
Consecuencias:
Consigo, por el aborrecimiento de mis faltas, un amor sacrificado que hace latir otra vez mi corazón y le hace capaz de reconstituir mi sangre.
El aborrecimiento de las impurezas humanas sostenido por un amor sacrificado es la única fuerza divina que les queda hoy a los pobres hombres de la tierra.
¡Sangre de Cristo, purifícame!

Meditación: “EL ABISMO”. Efecto: “DESOLACIÓN”.
Invocación:
Te pido, oh Señor mío crucificado, que me laves con la sangre adorable que mana de tus Santas Llagas. Que ella caiga sobre mí para bañarme, lavarme, sumergirme en ella. Que la sangre preciosísima de Cristo me inunde, me embriague, me sumerja totalmente en ella.
Cuadro Imaginativo:
Veo brotar de las heridas de Cristo, de las llagas de sus pies, de sus manos, de su costado, de su cabeza coronada de espinas, abundante sangre.
Veo brotar sangre y más sangre. Una inmensidad de sangre que no brotó nunca de cuerpo humano ninguno. Torrentes de sangre veo brotar de las llagas de Cristo; sangre que se derrama e inunda toda la tierra.
Veo brotar de las llagas de Cristo toda la sangre de los hombres que fueron, son y serán.
Sensaciones:
Siento, oh Jesús mío, toda mi sangre latir en mis venas como si fuera animada por tu preciosísima sangre.
¿Cómo pude yo pensar que esta sangre mía era la única sangre? ¡Qué enseñanza me das Tú, tan divina y sublime! Tu sangre sacrificada, voluntariamente dada sin que una sola gota de ella quede en tus venas y puedas detenerla para la vida de tu cuerpo, me dice que la sangre toda de los seres humanos es una y más una, desde el momento que Tú la has mezclado con la Tuya: la sangre de todos los hombres, la de todos los tiempos, junto con tu Sangre Divina.
Siento que corre veloz la sangre por mis venas. Golpea mis sienes, excita todo mi ser, estremece mis nervios y me hace sentir así la desolación de todos los hombres.
El dolor de todos los seres está en tu sangre, oh Cristo Jesús; todas las lágrimas, todos los padecimientos, todos los martirios.
Ni el más pequeño de los dolores que hizo vibrar la sangre de un ser humano, es desconocido por Ti.
Tu Sangre unida a la sangre de todos los hombres te hizo el Hombre de todos los dolores, de todas las penas, de todos los sufrimientos.
¡Concédeme, Jesús, que sienta siempre este suave martirio de desolación y pena infinita por los sufrimientos de todos mis hermanos! Siento que así mis pequeños dolores y penas que Tú sólo sientes y conoces, adquirirán un valor inmenso, sagrado, divino.
Siento la desolación de mi sangre puesta en contacto con la sangre doliente de todos los seres y mezclada con la Sangre doliente de Cristo.
Propósitos:
Propongo, Cristo Señor, llevar con resignación mis sufrimientos.
No rechazaré ni el dolor ni la desolación ni el pesar, y éste lo ofrendaré a Ti; lo transformaré en un holocausto vivo, para que el mal de los hombres sea aliviado y suavizado.
Propongo estar contigo, Cristo, a los pies de la Cruz y sentir tu sufrimiento y desolación para bien de los hombres.
Consecuencias:
Consigo, por esta participación de dolor desolado y solitario, hacer que la abundante sangre que mana de las llagas de Cristo se vuelque más abundantemente sobre la doliente Humanidad; lave sus faltas, sus enfermedades, dolores y sufrimientos.
¡Sangre de Cristo, lávame!

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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