Curso XIV - Enseñanza 5: El Retiro
El Retiro Espiritual, o apartamiento completo del mundo durante un período del año es indispensable para el buen desarrollo de los ejercicios ascéticos.
El discípulo, cuando está bien adelantado en la concentración, puede abstraer su mente, ya sea en la más silenciosa caverna o en la más bulliciosa metrópoli; pero, como postulado disciplinario, tiene que buscar periódicamente su alejamiento del mundo.
Así como los empleados de oficina esperan ansiosamente el fin de semana para salir de la ciudad, ir al campo, tomar aire y vivir libremente en contacto con la naturaleza con el objeto de tonificar su cuerpo físico, así también la mente necesita su descanso y cambio de ambiente para impregnarse de magnetismo y renovar su vigor.
Durante el año se pueden hacer diversos Retiros Espirituales:
- Un Retiro anual.
- Un Retiro trimestral.
- Un Retiro de un día.
El Retiro anual ha de ser el más apartado y riguroso. Búsquese un lugar silencioso lejos de los ruidos y del punto habitual de residencia y procure el discípulo dejar completamente toda preocupación. Piense que ha roto con el mundo y que ya no tiene empleo, ni familia, ni amigos, ni responsabilidades. Procure no hablar en absoluto de cosas que atañen a su vida privada, para que ningún pensamiento extraño turbe su mente. Como este Retiro anual casi siempre se hace en común con otros compañeros, sea en todo obediente a quien dirige el Retiro y a los horarios establecidos.
Escuche las enseñanzas y conferencias con suma atención, procurando retener los puntos principales en su memoria para considerarlos luego.
Seguidamente salga al aire libre, vigorice su cuerpo con trabajos manuales, con adecuados ejercicios respiratorios y con baños de agua natural de río, mar o cascada.
Luego dará un largo paseo tratando que la mente no piense en nada fuera de las formas naturales que vaya observando por el camino. De regreso se pondrá a estudiar aquellas enseñanzas relacionadas con la meditación del día, hasta la hora de la refección.
En los recreos converse de cosas espirituales o útiles, sin reír en demasía, ni abstraerse de la conversación común, ni chocar con los compañeros.
En las horas que no sean de paseo mantendrá el más absoluto silencio.
Por la mañana eleve su pensamiento a la Divina Madre y a los Maestros para que orienten el día hacia el noble fin establecido y, si no está prescripto de antemano, elija un tema de oración para guiarse por él durante todo el día; después haga su hora de meditación.
Después del almuerzo tendrá un descanso prolongado para que los sueños continúen el trabajo de la mente.
La tarde ha de ser repartida, más o menos, como la mañana; antes de acostarse, al hacer el examen retrospectivo, procurará recordar los temas y las palabras que más le han despertado la devoción y atención durante el día, para anotarlas, y que le sirvan de orientación una vez terminado el Retiro.
El Retiro trimestral se hará, con pequeñas variantes, como el Retiro anual.
Si no fuera posible tener enseñanzas y conferencias, el discípulo se prescribirá, él mismo, los temas de meditación diaria o los leerá en un libro adecuado.
El Retiro de un día cada uno puede hacerlo en su casa particular o al aire libre.
Hay personas que tienen en su casa una habitación destinada únicamente a la oración y al estudio; un pequeño santuario donde nadie entra y que se mantiene puro con oraciones y santos pensamientos. Allí, el discípulo puede apartarse a meditar, hacer sus lecturas espirituales y tomar aliento en los momentos difíciles.
El horario de los Retiros en común será el siguiente: por la mañana, al levantarse, tendrán una hora para el aseo; después tendrán media hora de meditación. No tomen alimento de ninguna clase hasta después de este ejercicio, después del cual recién desayunarán. Y tengan media hora de tiempo al efecto. Enseguida después irán a la enseñanza, la que durará una hora. Terminada ésta harán los trabajos manuales.
Hagan los trabajos del mejor modo posible sin mezclarse uno en las ocupaciones del otro y no conversen sino por cosas indispensables. Tendrán luego media hora de tiempo para almorzar y media hora para el recreo.
Después se tocará a silencio riguroso, durante el cual no sólo no se hablará, sino que cada uno se mantendrá en su dormitorio o lugar apropiado evitando todo ruido molesto.
El silencio de la tarde durará dos horas. Después estudiarán hasta la hora del refrigerio para el cual dispondrán de media hora.
Después se dictará la conferencia, que durará media hora. Harán seguidamente media hora de meditación y luego saldrán de paseo hasta la hora de la cena. Durante el paseo vayan todos juntos, sin alejarse ni formar grupos aparte y conversen sólo de cosas espirituales.
Después del paseo tendrán media hora para la cena y media hora de recreo. Después harán media hora de lectura espiritual y un cuarto de hora de examen retrospectivo.
Se tocará entonces a silencio riguroso y se cerrarán con llave todas las puertas de la casa.
Durante la mañana del último día de Retiro se les hará una exhortación y después de la hora del almuerzo se dará por terminado el Retiro, permitiéndoseles a los Hijos que se entretengan entre sí en un rato de sano esparcimiento.
Los Hijos por sí solos harán todo el trabajo necesario de orden, limpieza y alimentación, para que ninguna persona extraña los turbe en esos días.
Las casas de Retiro estén distantes de las ciudades. Procuren los Hijos tener en las mismas todo lo necesario y bastarse a sí mismos durante los días del Retiro.
Tengan una amplia habitación para el estudio y dormitorios bien aireados.
Para los Hijos que desean hacer un Retiro absoluto por unos días o una temporada haya casitas apropiadas de una o dos habitaciones, donde puedan estar completamente alejados y separados de todo contacto con el mundo y con los hombres.
Antes de empezar tales Retiros le provean de los alimentos, fuego y ropa necesaria para el tiempo que éste dure. Alguno de los Hijos se encargará de ir todos los días a recoger, en un lugar determinado cerca de la casa, una carta donde el retirado exprese sus más urgentes necesidades, y de depositar luego, allí mismo, lo que precise para que el retirado lo pueda obtener una vez que el mensajero lo haya dejado.
Los Retiros se pueden efectuar al aire libre, eligiendo un lugar apartado y solitario y manteniendo aproximadamente el mismo horario de los otros Retiros.
Estos pueden durar varios días y aún meses, cuando los Hijos son enviados por los Superiores a una misión especial o viajan en carácter de peregrinación.
Los Hijos de la Madre aman a veces las altas y nevadas montañas, si bien no desdeñan hacer sus casas en los valles sombríos y solitarios. A veces supieron esconderse en islas remotas y desconocidas custodiando el Santo Grial; pero cuando es necesario para el bien de las almas, saben morar en las grandes ciudades y en los centros de actividad. Todos, sin embargo, suspiran continuamente por aquel lugar, por Ella prometido, aún no hollado por pie humano.