Curso XIV - Enseñanza 3: Las Tres Normas de la Ascética

Las palabras “Ascética Mística” quieren explicar el proceso que hace el alma, por su esfuerzo propio o por el empuje de su destino ancestral, para realizar a Dios.
La palabra “Ascética” se refiere en particular al ejercicio o esfuerzo controlado, mientras que la palabra “Mística” se refiere al acto de juntarse, parcial o totalmente, el alma con Dios.
No debe imaginarse esta Mística Unión como una línea trazada hacia adelante, pues no existe cosa alguna en el Universo creado que siga una línea recta; sino hay que figurársela como una luminosidad oscilante dirigida hacia un centro determinado.
Los dualistas, creacionistas o animistas, fueron aquellos que más se esforzaron en lograr esta Mística Unión; el mismo concepto de su doctrina así lo exige, ya que diferencian totalmente el espíritu de la materia. Este concepto infunde en las almas un anhelo vehemente de elevación desde la materia hacia el espíritu. Por eso, las filosofías dualistas han tenido grandes místicos especulativos que lograron la Unión con Dios.
No por eso, los absolutistas, monistas y panteístas dejaron de tener sus grandes místicos; pero siempre su mística tuvo un sentido más pasivo que especulativo.
Sin embargo, en todos los seres humanos, y más entre aquellos que han llegado a un determinado punto del Sendero de Evolución, se manifiesta esa tendencia a realizar el sentido intuitivo del espíritu.
Todos los grandes seres llegaron en momentos de gran exaltación a una perfecta Unión con Dios, sea por el esfuerzo de un trabajo intenso o por un abandono total de sus potencias. Pero hay quienes quieren experimentar este éxtasis no sólo en momentos determinados de la vida, sino provocarlos a voluntad mediante la disciplina y el ejercicio.
Desde tiempos inmemoriales ha habido hombres que han dedicado toda su vida a la Ascética Mística. Si se cotejan todas las escuelas y se resumen todas las enseñanzas dictadas por la práctica continua, la experiencia adquirida y los estudios hechos, se verá que la médula de todos estos textos y filosofías estriba en tres normas determinadas. Estas son:

  1. Método de Vida.
  2. Esfuerzo continuado.
  3. Dominio Mental.
    El Método de Vida es aquella reorganización celular del cuerpo físico que dispone la materia a la ascensión. Todo el conjunto del cuerpo físico ha de eliminar aquellas toxinas producidas por los malos hábitos y tomar substancias nuevas y adecuadas, que permitan a las vibraciones espirituales llegar sin tropiezo hasta los centros cerebrales del ejercitante.
    Con el Método de Vida se ahuyentan entonces los obstáculos, sobre todo las enfermedades corporales, los hábitos morbosos del subconsciente, las debilidades nerviosas, el desgaste excesivo de energías orgánicas y el temblor muscular propio de aquellos que no están acostumbrados a las altas vibraciones.
    Esfuerzo Continuado es la aplicación indispensable y continua para lograr el objeto.
    La pereza mental adquirida durante el tiempo en que no se ha hecho trabajar los centros cerebrales adecuados es vencida por la aplicación constante en el ejercicio de la oración. La mente, presionada por el esfuerzo de la voluntad, aleja a las ondas e imágenes negativas y traza nuevos surcos cerebrales habituando el pensamiento a que se fije sobre asuntos divinos. Por el Esfuerzo Continuado las emociones vulgares se trasladan al cerebro y pierden, a la luz del análisis, su valor fundamental; el sentimentalismo es dominado y las formas imaginativas de la mente se transforman en ideales o en imágenes únicas, que ayudan al ejercicio de la meditación en lugar de dañarlo con distracciones.
    Dominio Mental logra entonces el ejercitante. El alma se sobrepone al oleaje mental y lo domina; de este modo puede espejar en sí la imagen Divina y sentir el éxtasis de la Presencia de Dios.
    El Dominio Mental, una vez logrado, guía al alma hacia Dios y al éxtasis por dos caminos: por la especulación o por la relajación, por la oración activa o por la oración pasiva.
    La especulación fija la mente, de un modo continuo, sobre un único objeto hasta que éste penetre en uno mismo, se transforme en uno mismo y el alma, por ese sendero, puede abismarse en la Esencia Divina.
    La relajación aparta constantemente todos los pensamientos hasta que el alma, lentamente, vacía de todo, no tiene más que un solo pensamiento: La Realización Divina.
    Sin embargo, el método de relajación no se logra sin esfuerzo. Algunos místicos ponen al principiante en este camino que es harto peligroso y no es aconsejable. Hay quienes por disposición ancestral entran con mucha facilidad en este sendero, pero aún a éstos, en los principios, hay que forzarlos para que sigan el camino ordinario.
    El hombre no ha de olvidar que es tal y que, si bien el alma tiene posibilidades divinas, nunca ha de rechazar la alta misión que le fue confiada de ser hombre simplemente.
    Hay que rogar, siempre con humildad, para que los Maestros guíen al alma por el Sendero Recto.
    “Oh miles y miles de hombres que luchasteis, que os esforzasteis de un modo u otro, en una tierra u otra, en un credo u otro para lograr la Unión del Alma con Dios, y la enseñasteis a los hombres: Patañjali de la India, Sacerdotes de Egipto, Platón de Grecia, cristianos Clímaco y Casiano, Ramakrishna y Emerson de estos tiempos, desconocidos Hijos de la Madre, a todos se os reclama para que en estos días escribáis en nuestras mentes y en nuestros corazones, con sólo diez palabras, las normas eternas de esta gran doctrina: Por el Dominio del Cuerpo, con el Esfuerzo Continuado y fijando la Mente en el Espíritu, se junta al Alma en Místicas Bodas, con Dios”.
Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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