Curso XIV - Enseñanza 11: Entrada al Silencio
La Concentración consiste en lograr que la materia mental no tome ninguna forma para que adopte una sola forma.
La Concentración se efectúa de dos maneras; una objetiva y otra subjetiva. Una, como expresión de la voluntad que actúa sobre un sentido o una forma determinada; otra, como un estado de conciencia mental abstracta y superpuesta a todos los sentidos.
Los objetos de la Concentración son: 1) Eliminación de toda obstrucción interna y externa; 2) Práctica constante de determinados ejercicios y 3) Acumulación de energía.
Primero se practica la Concentración objetiva, con resultados directos, como expresión de la voluntad.
La eliminación de obstrucciones internas y externas purifica el cuerpo, transforma la sangre y los tejidos, afina las cuerdas nerviosas y los vasos sanguíneos y establece un contacto más armonioso entre el cuerpo físico y el astral.
La práctica constante de determinados ejercidos desarrolla los poderes psíquicos.
La acumulación de energía hace que toda la potencialidad se recoja en sí misma en el depósito de los centros y plexos para que el discípulo la use en el momento determinado.
Los ejercicios que confieren poderes Psíquicos son diversos y resultado de la Concentración objetiva.
Algunos Maestros consideran a estos poderes como producto de la Contemplación iluminativa, y otros como el fin más preciado del camino de la Oración; pero los poderes psíquicos no deben ser más que una etapa que de ningún modo indica el estado de Unión Divina. A medida que el discípulo vaya adelantando en el camino de la Concentración verá los efectos prodigiosos de estos ejercicios.
Durante el tiempo de la Meditación ha aprendido, por ejemplo, a mirar atentamente al mar y a quererlo; pero en la Concentración aprende a tirar su fuerza mental al mar, haciéndole producir un oleaje cada vez más grande y fuerte.
La Concentración no es la idea en sí, sino es la fuerza de la idea. Cuando es objetiva, carga la imagen central sobre la cual está fija con un continuo poder hasta que la hace resistente, amplia y viva. Si las imágenes centrales son diversas, chocan entre sí, por contraste, entablándose entre ellas una guerra encarnizada. Cuando la imagen mental es una sola se hace potente y amplia, se transforma en el sujeto mismo y la Concentración se vuelve subjetiva.
La voluntad del hombre no tiene ya poder; la Conciencia Divina actúa soberana en el alma. Entonces él no es el reflector de la imagen centro, sino es el centro mismo, es la imagen misma.
Dios ideó el universo; vio que el universo era bueno y lo amó; por eso se hizo el centro de su imagen creadora y quedó preso en ella; Divino prisionero de amor que no podrá libertarse mientras un solo átomo de la fuerza que animó su idea quede en el cosmos.
Todos los seres poseen el don de la Concentración, pero lo usan animados por la continua ilusión del deseo, dando vida y fuerza, constantemente, a diversas y variadas imágenes mentales; éstas luchan entre sí mediante el poder que les ha sido dado, gastando la energía del hombre y sin permitirle una verdadera concentración.
Pero, cuando la mente tiene una sola idea, una idea integral y ella es el centro y el fin del ser, entonces la Concentración es buena y perfecta.
El paso místico de la Concentración objetiva a la subjetiva es llamado: Entrada al Silencio.