Curso XIII - Enseñanza 14: Los Propósitos
Generalmente se advierte que se hace un corte en el ejercicio al llegar a los propósitos. La sensibilidad va subiendo de tono hasta culminar en una emoción única, pero cuando hay que hacer intervenir la voluntad en una dirección definida fácilmente se pierde el estado de meditación. Es como un descenso rápido al plano de las realizaciones humanas.
En esta forma se pierde la posibilidad de animar un propósito con una fuerza sobrenatural. La fuerza está allí a disposición del alma pero no es usada.
También aquí por ese corte, hay una dualidad dentro de la meditación y los propósitos, si bien en sí mismos pueden ser excelentes, no son la consecuencia natural del proceso del ejercicio; todo el caudal energético movido por la invocación, el cuadro y las sensaciones se desvanece.
La meditación es una unidad, aún como ejercicio. No es una unidad arbitraria, sino el desglose del mecanismo estímulo-reacción natural del ser humano. En vez de reaccionar arbitrariamente en forma incontrolada hay que llegar a una reacción automática predirigida. Para lograrlo, las respuestas deben pasar a través de la conciencia espiritual del ser. Además, el método seguido permite crear la fuerza integral que el alma necesita para trascender a un estado superior de conciencia. No se espera que las energías naturales afloren espontáneamente; se las estimula, se las controla y dirige hasta que se transformen en fuerzas naturales, o que produzcan efectos sobrenaturales y un resultado divino. El arte de los propósitos, en el ejercicio de la meditación, es encauzar la fuerza espiritual sin tocarla, es decir, sin perder en la aplicación de la voluntad, la conciencia expansiva lograda hasta el momento. Interiormente se expresa como un cambio de matiz del mismo estado de conciencia, y la claridad espiritual interior se transforma en energía pura que se plasma en actividades vitales, integrales, en vez de limitarse a meros actos del ser.
Lo fundamental es cambiar la actitud vital del individuo. Cuando esto se logra sus actos son consecuentes y su cambio exterior espontáneo.