Curso VI - Enseñanza 7: Los Tesoros de la Divina Madre - 1953
Te doy hijo mío, los Tesoros de mi Corazón; repártelos.
Toma mi Experiencia Eterna, hecha a través de la construcción y destrucción de los universos, para demostrarte la profundidad inconmensurable de la Eternidad siempre presente, nunca creada, nunca destruida.
Ella hará que abras los ojos sobre el mundo mirando los cambios y las vueltas del tiempo, como el niño mira el paso de las aves en el cielo.
Y mientras repites una y cuarenta y nueve veces el Nombre Inefable, lo que fue volverá a ser y lo que es ya habrá dejado de existir.
Fijos tus ojos allí, repitiendo tus labios el Nombre Santo, fluyendo tus fuerzas por los cuarenta y nueve eslabones, serás Inmortal.
Por eso, al tomarte en mis brazos, coloqué a tu cuello La Mística Cadena.
Toma mi fuerza y mi poder; cierra con tus manos fuertes las fauces del león.
Vence y vuelve a vencer. Tu fuerza es mi fuerza y mi única fuerza es darme a tí.
Cuando hayas aprendido que las corrientes vitales que salen de tí recorren el universo y a tí vuelven trayéndote la dádiva de la Eternidad recorrida serás invencible y tu espada ya no se quebrará nunca y no habrá quién pueda en contra de ella.
Toma, en fin, mi Amor, todo mi Amor.
Ser sabio es lograr la liberación; ser bueno es contribuir a la salvación del mundo; ser puro es igualar a las Huestes Angelicales; pero saber amar es identificarse con la Eternidad misma.
No desprecies ni aun el más imperfecto amor que lleva consigo la impresión del Amor Divino.
Guarda tu amor celosamente como guardas el brillante bajo tu corona de oro.
Por ocho etapas has llegado hasta la equiparación de la vida y la muerte, ya que tu amor renuncia a la vida y vence a la muerte.
Toma, Hijo mío, todos mis Tesoros: el Nombre Inefable, la Espada Invencible, la Piedra Preciosa, El Árbol de la Vida y el Agua de la Fuente de mi propio Corazón.
Todo te lo doy a tí, porque sé que has desviado tus fuerzas que ya brotan de tu interior, hacia fuera, para dar y más dar. Porque Sosiego, Fuerza y Amor son la salvación del Mundo.
Toma, Hijo mío, los Tesoros de mi Corazón y repártelos.