Curso V - Enseñanza 11: El Valor Único de la Renuncia

La Renuncia, al desechar los valores establecidos, es creadora de nuevos valores.
Si el alma abandona el mundo completa y totalmente, si muere al mundo, es porque en el mundo no ha encontrado la solución a su problema íntimo frente a la Humanidad, al Universo, es porque la moral de los hombres no ha podido satisfacer a su alma, a su vida interior. Renunciando, entonces, este ser hace un acto de fe, de protesta, en contra de todos los valores establecidos, y con este acto heroico de abandono del mundo y de renuncia se hace acreedor de nuevos valores.
La Renuncia es, sobre todo, la Verdad; pero esta Verdad que se puede vislumbrar con el acto heroico de abandonarlo todo, no quita del ser la ignorancia. Porque la ignorancia es el mal absoluto, es el mal de todos, es causa de todas las muertes y de todos los dolores. Sólo un recto modo de vivir, pensar, obrar, hará que el hombre pueda vislumbrar poco a poco y vivir en esa Verdad que ha intuido con su acto de renuncia, de desapego, de desprendimiento. La ignorancia del hombre va unida a él tan íntimamente que parece su misma vida; porque el hombre trae consigo como resultado de sus vidas anteriores no sólo todas las posibilidades, sino también todas las deficiencias.
El ser tiene en sí unas posibilidades grandes de conocer la Verdad, pero no sabe utilizarlas, manejar esas fuerzas internas. Está acostumbrado por su limitada constitución, por su actuación anímica, a ver las cosas de un determinado modo; es un aparato no perfeccionado todavía. Esa es la primera causa de la ignorancia del mundo. Además, el hombre conoce todas las cosas por limitación y parcialmente, y esta limitación y parcialidad hace que continuamente actúe como si ésa fuera la Verdad, deduciendo entonces una continuidad de actos no correctos producidos por la ignorancia; y la ignorancia más grande del mundo es la persistencia en sus errores, en su verdad relativa, porque cree saber la Verdad pero al no poseerla totalmente no está en la Verdad. No hace nada más que reflejar actos ilusorios que no son perfectos, integrales. Únicamente la Verdad puede poner al hombre en conocimiento, aunque momentáneamente fuera ideal, de su lugar en el mundo, de su dependencia en el Universo, de sus obras, de sus acciones. En una palabra: le dará el conocimiento de que es un ser integral y universal. Todas las cosas que tienen en sí una limitación, una especialidad, una dependencia, no encierran consigo la Verdad, sino parcialmente y la verdad parcial es siempre ignorancia.
Pero la Renuncia no da sólo este bien de Verdad, sino esa predisposición del alma para recibir la Enseñanza. El hombre la recibe continuamente, la Enseñanza es como el devenir que fluye continuamente; pero al vivir dentro de la limitación la Enseñanza llega a él completamente oscurecida, desfigurada. Que salga el hombre fuera de sí mismo y mire la inmensidad del Universo, la única fuente de todo lo creado es el devenir, y entonces enseguida tendrá un punto de vista distinto. Que rompa los lazos de su egoísmo, de creerse como único objeto de la existencia, y enseguida cambiará el panorama del conocimiento. Eso es fundamental y no se puede lograr sino con la Renuncia, deteniéndose un momento en la pendiente que lleva al abismo y diciendo: “No, mi camino es el otro”. Basta ese instante, ese momento, ese punto muerto para tener un concepto de lo que se es y ver las posibilidades para el futuro; es preciso abrir la ventana del alma. Esto, que es primordial, hace apto al ser para recibir la Enseñanza. Tiene así una disposición que sólo el desapego, la indiferencia, el abandono de las criaturas propias y personales lo pone en contacto con la Enseñanza, con la Verdad.
La Enseñanza, entonces, penetra en la mente, instruye al corazón. En un solo instante cambia todo el modo de vivir, de ser.
Pero esta eterna y divina Enseñanza que fluye para todos los hombres de buena voluntad que quieren recibirla, es dada a los Hijos de Cafh para que sólo ellos la comprendan y posean. Quiere decir que no sólo la Enseñanza es dada al Hijo, sino que él tiene una disposición característica para recibirla; no para recibir una enseñanza falsa filtrada a través del apego y la ignorancia, sino para recibir la Enseñanza que llega a las almas de buena voluntad.
Uno de los grandes dones de la Renuncia es la posibilidad de recibir la Enseñanza integral. A veces resulta oscuro decir que los Patrocinados, los Solitarios, reciben tanto, y que los Ordenados reciben la Enseñanza integral. Esto es una alegoría de la verdad porque el hombre que no ha renunciado, que no se ha puesto en esa disposición amplia, libre, desapegado de todo, no puede recibir la Enseñanza. La recibe, pero llega a él filtrada. Eso puede pasarles también a los Hijos; tienen la posibilidad de recibirla pero depende de ellos, de su disposición sentimental, anímica, de si se abren completamente.
No se puede recibir la Enseñanza si continuamente se tiene cerrada una parte de sí mismo; es necesario haber renunciado completamente a todo; entonces la Enseñanza es integral. Ese es el significado de la Enseñanza.
Esta disposición, completamente contraria a las disposiciones del hombre del mundo, hace que la Enseñanza Divina de todas las épocas, de todos los grandes maestros y enseñantes llegue al Hijo. Es la voz de los Maestros, del más allá. Esta Enseñanza Divina, sublime, que tendría que abrir la mente del Hijo para que todo el conocimiento llegara a él, es su herencia, su bien, su posesión. Llegará a él integralmente, sin velos, sin que nadie se la oculte, según haya quitado los velos de su interior, las adherencias pegadas a su alma para ser como una tabla rasa, un alma completamente simple, sin compuestos.
Esta divina Enseñanza también le ha sido dada a Cafh como una herencia. Cuando se habla de las enseñanzas que han dejado los Santos Maestros, los Hijos se hacen la idea que son papeles escritos. La Enseñanza de los Maestros fue dada: llegó desde la lejanía de los tiempos. Siempre los Maestros han dado la Enseñanza a aquellos que han querido recibirla. Algunos fragmentos se encuentran en los textos sagrados, los que los hombres han transformado en ídolos; en los libros de los Vedas, Los Upanishads, en la Biblia, están escritas las Enseñanzas verdaderas de los Maestros; y los Hijos de Cafh, desde luego, también han recogido esta herencia.
Entonces, la base principal de las Enseñanzas es el conjunto de las Enseñanzas universales que fueron dadas a todos los hombres de buena voluntad. No quiere decir que estas Enseñanzas tengan que ser recibidas a pie juntillas; ellas no son nada más que verdades que se han transformado en una palabra para que el hombre las tome y las medite, para que vuelva a ponerse en la presencia de Dios, a encontrar el verdadero significado que ellas representan. Las que Cafh tiene en textos, como tienen todas las religiones y filosofías, no es dogma, es lo que han enseñado los grandes seres; el Hijo tiene que considerarlas y hacerlas suyas. En una palabra: es la Enseñanza universal, primera, verdadera. Estas Enseñanzas constituyen también un capital para Cafh, una herencia, porque se ha visto que hay en los Hijos tendencia a no saber distinguir las Enseñanzas.
El mal es éste: se tienen muchas Enseñanzas que son comparativas, enseñanzas que se encuentran en las grandes religiones, y se cree que esas son únicamente Enseñanzas de Cafh. Eso no es así, las tienen todos los hombres; una filosofía lo dice de un modo y una religión lo dice de otro, según el matiz con que lo miren los hombres. Cafh las explica con su modo característico según la han escrito los Maestros de Cafh.
Pero además de esta Enseñanza universal, Cafh tiene su Enseñanza individual, que los Maestros han dado exclusivamente para los Hijos; es decir, otra cosa aparte de la Enseñanza Universal. Muchos Hijos mezclan las Enseñanzas que están escritas y las confunden con libros que han leído, hacen una mezcla cuando explican la Enseñanza. Dicen: “La Enseñanza dice así, pero yo he leído en tal libro…”, y hacen una gran confusión de ideas. Es necesario que los Hijos de Cafh conozcan las grandes Enseñanzas, pero después es bueno que sobre las Enseñanzas hagan sus definiciones. Si se les tomara un examen se vería que se equivocan mucho; mezclan todo. Por eso sería bueno que el Hijo dijera: “Tengo que hacerme unas definiciones generales de Enseñanzas universales, tenerlas bien presentes y no cambiarlas”.
Todas las Enseñanzas tienen su fondo de verdad, como las religiones y filosofías, y el hombre después hace una mezcla de todo eso y todas esas cosas se hacen particulares. Las religiones son todas particulares porque cada una dice: “Yo soy poseedora de la verdad”, y la Enseñanza, la Verdad, es sólo una. Entonces ninguna de ellas es universal. No hay religión universal conocida por todos los hombres; si fueran universales tendrían toda la Enseñanza en sus manos, sabrían conocerla toda y darla a las razas según sus adelantos y posibilidades.
La Enseñanza de Cafh, entonces, apartando la Enseñanza Universal, es aquella que Cafh da detalladamente para el Hijo; es la Verdad que hace falta para él. Siempre pasa así: un grupo de hombres recibe la Enseñanza que es para ellos y después la quiere imponer a todos. No. Esa verdad puede no ser útil puesta en contacto con los demás seres del mundo.
Las Enseñanzas no están clasificadas y al Hijo no se le dice: “Esta es una Enseñanza Universal y ésta otra es una Enseñanza directa para los Hijos de Cafh”; por eso mezclan las ideas. No distinguen cuándo es para todos y cuándo es para ellos. Esto último es lo fundamental sobre lo cual tienen que asentarse para conocer después las verdades universales. Estas no las sabrá el Hijo de la Blavatsky, de Schopenhauer y de los materialistas, sino únicamente a través de la Enseñanza de Cafh, porque los Maestros creen que la capacidad y posibilidad de los Hijos es ésa. Y no hay otra. Ésta es dada continuamente a los Hijos.
El Divino Celador es un Maestro de Cafh cuya misión, desde hace treinta años, es dar la Enseñanza a los Hijos de América. Esta Enseñanza está condensada en algunas de las Enseñanzas de Cafh: las verdades místicas necesarias para el desenvolvimiento de los Hijos de Cafh desde que entran al Sendero hasta que llegan a la realización. No sólo están asentadas en los apuntes de Enseñanza, sino en todos los Hijos de Cafh. Los Hijos las han ido recibiendo continuamente a través de los Superiores, Oradores, Enseñantes. Están particularmente en los Hijos porque si bien la Enseñanza es dada para el grupo, esencialmente está destinada al alma. Cada Hijo, entonces, ha de adaptarla a sus condiciones.
Las Verdades Universales tienen que estar adaptadas a cada alma, si no, no son la Verdad, son la de un tercero; de allí se comprende el significado extraordinario de Cafh, que no se dirige a un conjunto, sino individualmente a cada alma.
Si los Hijos hicieran un trabajo colectivo estarían fuera de su sentido, porque Cafh reconoce que la única verdad y dogma es ir directamente al alma y darle la que necesita, la que está hecha para ella. Qué desgraciado es el ser que mira a otro para ver lo que hace, cómo se comporta, cuando todo le fue dado únicamente para él. No hay más Hijo de Cafh sobre la tierra que el Hijo, y él tiene la responsabilidad de todo Cafh. Cada uno es así: su responsabilidad como Superior es única, todos los Hijos dependen de él; él es el último ingresado a la Ordenación, el injerto nuevo; todo Cafh reposa en él, todo está dentro de su alma; él ha de ser el responsable, la víctima. Él ha llegado a mitad de camino, es el alma; la Enseñanza fue dada para él; la responsabilidad es toda suya.
Cafh es obra de almas. Aun si todo el mundo desapareciera y sólo uno quedara en pie, todos estarían allí presentes, nadie estaría allí muerto, todos estarían en ese Hijo: toda la responsabilidad de Cafh, de la Obra en el mundo, estaría resumida en él, sobre sus espaldas. Esto no hay que olvidarlo.
El trabajo de Enseñanza del Hijo es instruir individualmente, uno por uno. Por eso bien dicen los Superiores: “Donde se aprende, se salva a las almas, no es en la hora de Enseñanza, sino en la dirección espiritual. Allí se hace el verdadero trabajo de comunicación entre la Enseñanza de los Maestros y el alma”. Pero esta Enseñanza aún existe en los apuntes, en el conjunto armonioso de ciertas Enseñanzas Universales y las dadas para los Hijos de Cafh.
Las Enseñanzas que deben ser dadas para los Hijos de Cafh ya fueron dadas. El ciclo de Enseñanzas ya está completo. Pero aún hay una enseñanza más sutil, más íntima: la Enseñanza que cada uno da después de haberla recibido de los Maestros. Está la Enseñanza Universal dada para los Hijos de Cafh y está la Enseñanza del Hijo, la propia Enseñanza, la que ha surgido de su alma al contacto con la Enseñanza, la que le fue revelada por los Maestros a él mismo; y esa Enseñanza también hay que transmitirla. Cada Hijo de Cafh es fuente de verdad, de Enseñanza.
Entonces se puede decir que se tiene: 1) Una Enseñanza Universal; 2) Una Enseñanza que fue dada a los Hijos por los Santos Maestros y que ellos conservan, y 3) La Enseñanza que dan los Superiores y Enseñantes. Esta última es dada oralmente -depende de la voluntad de cada uno de los Hijos el dar esta Enseñanza-; pero esa es la Enseñanza, esa es la Única Verdad que se posee, porque no se asienta sobre un dogma sino sobre la Verdad de todos los tiempos, y los Hijos la han tenido aquí por su Hermano y Protector: el Celador.
Después se tiene la Enseñanza que dan las almas que ya han realizado a la Divina Madre, las que ya han recorrido su camino espiritual de Renuncia.
La Enseñanza espiritual que el Enseñante ha recibido ha sido de carácter universal, y esta Enseñanza es únicamente aquella que estaba definida por una determinada escuela. Podría llamarse escuela ecléctica, aquella que no es deísta pero admite un principio fundamental del universo. No es absolutista, porque el absolutismo lleva a la nada o al materialismo: Si se dice, por ejemplo, que el universo es lo único existente, todo lo demás es ilusorio. Bien, si todo es inexistente, un absoluto Absoluto, y lo que el hombre conoce no es más que la ilusión, esa ilusión lleva únicamente a conocer por los sentidos, o sea por la parte material. Entonces no hay un punto ideal que la sostenga, un punto divino. Esta es una doctrina materialista. La teoría fundamental de Cafh es de que el Absoluto Universal no puede ser definido por los hombres; definirlo sería caer en el materialismo más brutal; el hombre lo conoce pero no tiene derecho a definirlo, no puede el hombre ser materialista o idealista, porque reconoce al universo como un principio divino, absoluto, cósmico, que resume en sí toda la energía del universo: espíritu, mente, materia.
No podrá nunca ser materialista cuando él es un punto de energía creadora, fundamental. Se podría entonces sintonizar con todas las Enseñanzas del mundo: espirituales, idealistas, materialistas, porque Cafh se mantiene en un punto de observación media.
Esas fueron las Enseñanzas que le fueron dadas. Ahora bien, las Enseñanzas relativas como Hijo fueron las Enseñanzas fundamentales de Cafh: las enseñanzas del Ired, del movimiento cósmico, las de la relación y dependencia del hombre con el Universo en el sentido histórico, psicológico y ético: el hombre es un ser, deviene de un centro que es su propia alma, el espíritu. Éste constituye su ser, de él depende su conocimiento. Este no es el único en el Universo; su libre albedrío está determinado a un campo magnético que está conectado con todo el Universo. Eso exterior que lo determina es la relación de la vida del Cosmos. Es ese conocimiento histórico unido a las posibilidades psicológicas del hombre el que le da la llave del futuro.
Pero era necesaria para Cafh en América una Enseñanza especial adaptada al temperamento de las personas que las recibieran. Un Maestro Divino se ocupó de dar estas Enseñanzas para que fueran grabadas en la mente y el corazón de los que tienen que darlas: este Maestro Divino fue el Celador. El Celador ha dado las Enseñanzas de Cafh a través del Fundador de Cafh. Éste las ha dado a un grupo de almas; si después esas almas no las han comprendido no importa: Él las ha dado. Les enseñó cuáles son las verdades adaptadas a los Hijos, las que ponen al ser en contacto con el universo; les dio detalles de su modo de ver las ciencias.
Ahora falta la Enseñanza de los propios Maestros de Cafh, de los Fundadores que han empezado la Obra de Cafh en América. Esas Enseñanzas no fueron registradas; pero aun si no fueran registradas ellas quedan en las almas que las han conocido y oído.
Cuántas veces los Hijos han recibido una Enseñanza, la han comprendido de un determinado modo a través de la mirada, de la lectura, y después estos Maestros con una mirada les han hecho entender que esa Enseñanza tenía un significado completamente distinto, que ésa era letra muerta. Les han enseñado a recibir la Enseñanza verdadera.
Esa es la Misión del Maestro: no permitir que la letra muera, sino hacer que siempre viva, que tenga un sentido individual para cada uno de los seres que reciben esa Enseñanza y que después tendrán que darla.
Es necesario que la renuncia del Hijo sea total, porque cada día que pasa se pierde una oportunidad de recibir la Enseñanza directa, y llega luego un día en que el ciclo se cierra, así como ha pasado con la universal, como pasó con la Enseñanza de Cafh que fue dada y ya cerró su período. La Enseñanza individual cerrará su ciclo y los Hijos que han sido destinados para recibirla no podrán hacerlo si su renuncia no es total, si la personalidad todavía ocupa mucho lugar en su alma.
Rápido que el río fluye, la cascada cae rápidamente. La Enseñanza es dada en cada momento, pero muchas veces no se sabe tomar esas Enseñanzas porque hay mucha personalidad en el alma, hay mucha oscuridad y la mente está taponada. Apúrense los Hijos para que esa Enseñanza sea vivida. ¡Cuántos tesoros derrama Dios, cuántas Enseñanzas vienen a las almas! Se puede decir que estos Hijos han llegado en el ciclo de los Maestros de Cafh, en el momento de triunfo de Cafh, cuando reciben la Enseñanza directa de los Maestros; pero, no sea que mañana tengan que arrepentirse porque no recibieron totalmente la Enseñanza, porque su mente estaba llena de las cosas del mundo, porque el Voto de Renuncia no estaba hecho con plenitud, en su totalidad.
Esta Enseñanza es muy necesaria para estas almas consagradas. Ellos son los Hijos de la segunda hora: la hora solemne en que concretan las ideas; pero después la hora pasa y tendrán que transmitir una Enseñanza verdadera o una falsa, como pasa con todos los hombres; porque si no están desapegados de todo no tendrán la Enseñanza.
Cada uno de ellos es responsable de la Verdad, de Cafh, de la Enseñanza que deberán transmitir. La Enseñanza de Cafh es de alma a alma, de Maestro a discípulo. Ellos no digan nunca: Si yo me olvido de algo mi compañero lo ha de saber. La Enseñanza es grande y solemne, llega en el trato con los Superiores, en el recreo, en todo momento, pero el único modo de recibirla es vaciando el alma; que la renuncia sea verdadera, que se abra a todo.
Tomen las almas el cuchillo para cortar de una vez todas las callosidades, para que sean almas grandes, infinitas, y puedan cumplir la Divina Misión.
¡Qué importa ser considerados como cobardes e ignorantes por los hombres, si se tiene esta gracia de llevarles la verdad única, fundamental, verdadera! Esa es la misión de la Renuncia: no volar en los aires, sino purificarse, arrancar todo de adentro y poder transmitir esa Enseñanza a todos los seres tal cual fuera recibida.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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