Curso IV - Enseñanza 12: Las Estrellas Celestes

En el firmamento de Cafh las Estrellas Celestes de las almas liberadas marcan las etapas de realización.
El alma esta regida por leyes eternas que no puede eludir. El secreto de la deificación queda develado al identificar la voluntad individual con la conciencia cósmica.
La solución del teorema divino es de una sencillez insospechada: Tú y Él; Él y tú. Fácil de comprender, pero difícil de ser.
Sólo por etapas ha de ser lograda la realización y el por qué es un misterio que la mente nunca pudo penetrar.
Las etapas, para el alma, son siempre fundamentalmente las mismas, si bien se caracterizan y determinan según el tipo de ser, según la raza a que pertenece y el clima de la latitud en que está radicado.
Además, estas diversas etapas son al mismo tiempo, genéricas e individuales.
La Reunión de almas de Cafh se desenvuelve por etapas específicas, útiles al adelanto de los Hijos que le pertenecen y al cumplimiento de la realización de la Gran Obra.
Los nombres místicos de estas etapas ascendentes son:
HES: Idea Madre
IRED: Voz Divina
FOÁ: Potencia de Amor
IHES: Redención Hipostática
CAFH: Cuerpo Místico
AHEHIA: Iluminación Espiritual, y
EL ALMA, con su nombre propio: Unión Deificante.
El alma que levanta los ojos a su cielo interior verá que la primera estrella, la que guía toda la trayectoria del sendero, es la Divina Madre Hes.
Ella, desde la eternidad, sabe el nombre y el número de los seres predestinados para Cafh. Desde los mundos superiores están marcadas las almas que han de lograr su liberación por el sendero de Cafh.
Ineludiblemente, sea donde sea, el alma será llevada a su destino glorioso. Esta predestinación parece un destino ciego, que elige a algunos y desecha a otros, mas no es así si la razón, desde la consideración del tiempo, se eleva a la visión de la duración permanente.
Tal predestinación sólo cuenta por el momento, ya que entre tanto nuevas almas se van haciendo aptas para el mismo fin y otras se ponen en camino de serlo.
Si bien divinamente las almas de Cafh están predestinadas, este signo, permaneciendo humanamente como misterio, le concede a todas las almas la posibilidad de acercarse a la Gran Corriente. Las almas que se acercan a ella siempre tendrán posibilidades de predestinación.
La otra Estrella Celeste que brilla en el firmamento de las almas es la estrella guía, necesaria para que el alma emprenda su camino ascensional.
Los Maestros de Cafh guían a las almas a través de los Superiores, Oradores y Directores Espirituales. El número de estos Maestros es ignorado sobre la tierra; sólo puede decirse que se divide en místicos grupos que desde los mundos superiores transmiten el Ired a las almas.
En el mundo astral hay grupos de Maestros que están en más directo contacto con los Hijos, divididos en número de uno y cuarenta y dos. El número uno está constituido por un Iniciado del Fuego o un Iniciado Lunar.
La Idea Madre es asimilada por Ellos a través de una intensa concentración de un gran amor y tomando vida propia se hace Ired, Voz Divina.
La Idea Madre sintetizada en Cafh es: El mal es lo exterior, lo personal, la multiplicidad de por sí, lo compuesto que quiere disociarse de lo simple y tener una vida propia, algo que es imposible, que aleja de lo real y crea fantasmagorías infinitas.
El alma para volver a su prístino estado de sencillez y unidad, ha de hacerse egocéntrica, vivir de sí, por sí, en sí, exaltando continuamente la vida interior.
La egoencia no es una superpersonalidad, sino es hacerse una pura nada para identificarse con la Conciencia Universal de la Divina Madre.
La realización del alma, completamente interior, es el esfuerzo para hacerse diariamente semejante a Ella, como la gota de agua al manantial.
La etapa en que el Ired de Cafh desciende al alma es aquella que permite el descenso de la Divina Madre al corazón del Hijo.
La Voz Divina del Ired encarna en los Hijos por la Fuerza del Amor de la Divina Madre, por Foá.
Los Maestros, desde los Mundos Superiores, toman la Idea Madre y le dan vida espiritual. Hacen de ella el Ired, que es el Verbo, el Mensaje de la Madre, la Voz divina; y éste se encarna en el Hijo por la fuerza del Amor de Foá que es la Fuerza de Amor de la Divina Madre.
El corazón del Hijo es la morada de Ella en el sentido espiritual y material. Esta divina encarnación hace posible que el alma viva su vida interior sin salir de allí y pueda mantener su egoencia y ser una pura nada de por sí y un todo con Ella. Así logra el Hijo su control de fijación de la estabilidad. Tal fijación no es inmovilidad ni inercia, sino una fuente de toda actividad, no de por sí, sino a través de Ella.
La Idea Madre se fija en el alma y se une indisolublemente a ella por un ritmo divino. Este es el elemento fundamental de la simplicidad que oscila continuamente en sí, haciendo de la materia mente y de la mente materia, y rechazando el ritmo humano de imitación, de disolución y de multiplicidad.
La Divina Madre es la medida del hombre. El hombre es sencillamente una nada, pero Ella es todo. No es una nada humana que se disuelve en una nada eterna, sino una nada humana que vive en la medida divina y eterna.
Fijación, ritmo y medida desenvuelven el proceso interior del alma de Cafh.
La potencia de Amor de Foá, la gracia de la Encarnación de la Idea Madre en el Hijo, es la solución del problema eterno, el puente tendido entre el cielo y la tierra, entre el alma y Dios.
La Voz Divina encarnada en el Hijo se asienta en él y toma su carne y su sangre. El Hijo, receptáculo vivo, envuelve la Palabra Divina y la alimenta de sí, transformándola y transformándose en ella. Sólo este misterio de amor hace posible la redención y da lugar al nacimiento, en el alma del Hijo, de la Divinidad, Ihes.
Demasiadas cargas pesan sobre el alma y sus aspiraciones no pasarían nunca más allá del buen deseo si no fuera redimida por la divinidad humanizada.
La divinidad se limita para que el alma sea libre. El Hijo, al contacto divino, se va entregando de a poco, sin reserva, hasta que nada queda de su humanidad. No será él que vive, sino la Divina Madre que vive en él.
El Hijo será redimido y por esta redención se hará corredentor del género humano. Todo su ser, toda su sangre será inmolada por la renuncia para la salvación de todos, pero al mismo tiempo, la vida divina y la sangre eterna revivirán en él. De hombre humano, por la redención, se transformará en un hombre divino.
En el mundo el Hijo sólo vive a través de Cafh.
Los afanes y los trabajos, todo es nada para él. Estos tienen valor sólo cuando los ve a través de los ojos de Cafh, que es la expresión visible de la Divina Madre en el mundo. Todo lo exterior, lo múltiple, lo cambiante de por sí, es polvo y escoria; mas, visto a través de Cafh como resultado de la manifestación divina toma una importancia extraordinaria y vital.
Los Hijos son una nada, pero no abandonados a la nada. Su nada es una sencilla potencia egocéntrica que no admite compuestos para sí, pero que está en una continua y productora actividad. El ritmo potencial interior que hace de la mente materia y de la materia mente, aniquila la actividad de por sí, pero le da una fuerza extraordinaria de actividad en sí, en Ella. Dios es en sí silencio profundo e inescrutable, pero se manifiesta en el mundo como una acción ininterrumpida. El Hijo permanece en su silencio y en su paz, pero trabaja fuera sin silencio y sin paz.
La redención interior, al salir fuera del Hijo y expandirse a su alrededor en beneficio de los demás seres, lleva al Hijo a la Iluminación Espiritual.
Lo que está en él lo encuentra continuamente en las almas redimidas. La divina Madre que está en él la encontrará en todas las almas.
Hes y Ahehia son una.
Esta etapa lleva al Hijo hasta la cumbre y le concede la iluminación espiritual; puede volar cual águila sobre la Humanidad y reflejar su luz en todas las almas.
Él ha llegado a la etapa final.
Él puede transformarse en una Estrella Celeste, en un alma liberada.
Dice el Libro de los Muertos de los Egipcios: “Ya no puede morir otra vez. Le será concedido un astro en el cielo y será estable como las horas de la Eternidad”.
El ya puede saber quien es y puede identificarse a través de su nombre espiritual. No volverá el alma a ser compuesta ni sujeta a las combinaciones de la vida y de la muerte, sino será sencillamente deificada en la Unión de la Conciencia Divina.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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