Curso III - Enseñanza 3: El Ejercicio de la Meditación en la Vida Espiritual
Los diversos ejercicios de meditación que se enseñan en la ascética de la vida espiritual adquieren o pierden importancia según la ubicación del Hijo ante esa vida espiritual.
El Hijo medita regular y metódicamente.
Esta continuidad dentro de una vida consagrada a la realización de la Renuncia produce necesariamente la unión mística del alma con la Divina Madre, en cualquier lugar en que el Hijo se halle y cualquiera sea la obra que tenga que cumplir.
Esta unión se produce a través de estados sucesivos cada vez más simples. Por eso el alma naturalmente simplifica poco a poco sus métodos de oración hasta que ellos se limitan a estados contemplativos similares entre sí, aunque diversos en sus matices.
Indudablemente la oración por sí sola no da la realización, pero ningún camino, aún el más activo, puede llevar a la Unión Sustancial sin estar acompañado de estados místicos contemplativos.
La mente racional disocia la actividad de la contemplación interior porque sólo sabe actuar en un solo sentido, pero el alma realizada no pierde su contacto con Dios aún en medio de la más febril actividad.
No puede hacerse distinción entre vida en el mundo y vida apartada del mundo, ni tampoco hay dos tipos de oración, una para cada estado de vida. Simplemente hay diversos modos de sentir la Renuncia y la necesidad de ofrenda interior. El escollo no está en las mayores o menores dificultades que ofrecen uno y otro sistema de vida, sino en la pobreza espiritual de las almas.
Esté donde esté y hágase lo que se haga, lo que falta es querer Renunciar y hacerlo.
Según un autor contemporáneo el hombre normal es aquel que ha realizado a Dios. Los que no lo han logrado padecen algún desequilibrio que les impide la experiencia integral de la realidad, y así su visión de las cosas y de la vida está distorsionada.
Se puede decir entonces que no hay mayor o menor inclinación a la vida mística, sino mayor o menor intensidad de vida real, de experiencia total de la verdad y de su necesidad.
Detrás de las inclinaciones humanas extremas siempre hay un factor interno de desequilibrio que las desencadenan y se puede afirmar que la casi totalidad de los seres sufren una tendencia a inclinarse hacia algún extremo definido de vida y acción.
La realización Divina no es fruto de una tendencia extrema al misticismo; si así fuera sería un falso misticismo.
La Unión Sustancial es equilibrio perfecto, ubicación contingente y trascendente; ubicación integral y acción integral.
Son pocas las almas expertas en los caminos de la oración interior y de la meditación, porque son pocas las que sienten profundamente su vocación de Renuncia y la realizan, pero son ellas las que marcan el camino y enseñan a realizarlo.
Este aprendizaje es difícil porque exige mucho más que una adhesión interior y una práctica. Además es necesaria una actitud mental libre.
Cuando uno considera que ya sabe una cosa, cierra toda posibilidad a nuevas experiencias. Sólo cuando uno sabe y acepta que su experiencia no es total o definitiva, tiene campo libre para infinitas experiencias sucesivas. Pero esto debe ser más que una comprensión; es una integración a la experiencia en su carácter de no totalidad.