Así como las filosofías y teologías que se llaman de la “existencia” han dado origen a un gran desenvolvimiento de todo lo que se califica como conocimiento, las escuelas que han adoptado los postulados de lo que se califica de “no existencia” han sido las inspiradoras de todo el movimiento místico de la Humanidad.
La doctrina del Buda aleja al hombre del campo puramente racional; le indica como realización práctica un método para lograr la liberación: el Sendero. Es esta una actitud de vida que debe adoptar.
El hombre ario, el hombre que tuvo y aún tiene como misión la plena conquista de la mente racional, no pudo escapar del recuerdo ancestral del concepto de la unidad de Dios.
Desde la más remota antigüedad, desde el momento en que en el hombre comenzó a brillar la luz de la razón, éste se ha formulado la pregunta del por qué de su existencia.
Las Teologías de la “Existencia” y la Teología de la “No Existencia” representan dos extremos de la concepción del Universo y del hombre.
La Teología de la Emanación Divina representa una posición intermedia, es la Teología del medio, verdaderamente del ser y no ser.
Desde que el hombre, a través del desenvolvimiento de la razón, logró pensar, imaginar e ilar racionalmente y pudo observar con mirada crítica el mundo fenoménico, la Manifestación que lo rodea, comenzó a descubrir relaciones y analogías entre lo que en definitiva se llama Macrocosmos y Microcosmos.