“La elocuencia (oratoria), dice Kant, es el arte de dar a un ejercicio serio del entendimiento el carácter de un juego libre de la imaginación; la poesía es el arte de dar a un libre juego de la imaginación el carácter de un ejercicio serio del entendimiento”.
Como ya se ha afirmado en la primer Enseñanza de este curso, poco fruto sacaría el orador de sus cualidades naturales si no fuesen cultivadas y en este sentido sólo, en la necesidad de cultivar las facultades recibidas, puede admitirse la frase latina: “poeta nascitur, orator fit”.
La “figura”, estrictamente hablando, es aquella modificación en el empleo o el significado de las palabras que ofrece mayores posibilidades al discurso. Deben tener dichas formas del pensamiento o del lenguaje dos caracteres esenciales para que con razón reciban este nombre: que con facilidad puedan ser substituidas por una forma más sencilla, por una forma no figurada, y que expresen la idea o el pensamiento con más viveza, más gracia o con más energía.
Línea filosófica y desenvolvimiento de sus principios.
Se observa que la retórica propone en la formación del discurso la siguiente discriminación: exordio o introducción, proposición, división, narración, argumentación o parte de prueba, refutación, parte patética o de efectos, epílogo y conclusión.
El orador necesita hallar los argumentos, presentarlos en un orden conveniente, adornarlos con palabras y expresarlos con decencia y decoro. Y a esto se le ha llamado: invención, disposición, alocución y pronunciación.
Reglas para preparar el discurso. Es necesario, ante todo, que el orador se dedique mucho a la lectura de libros escogidos, donde se encuentran unidas a la erudición seria y a la solidez de las ideas, la belleza y energía del lenguaje.
Ha dicho un escritor contemporáneo: “No es orador ni el que dispone, arregla y clasifica bien las ideas, ni el que las produce con armonía y con las gracias de la elocuencia halagando al oído y a la imaginación a la vez, sino el que posee estos dos talentos y los sabe reunir y ejercitar”.
Elocuencia popular: Es aquella que, teniendo por tribuna el espacio y por auditorio el pueblo, permite vuelos más atrevidos y menos controlados, imágenes más osadas y emociones más vivas y profundas que los otros tipos de elocuencia.
¿Qué es la conversación? Una improvisación breve que cambia a cada instante de materia y objeto, que desflora y no profundiza. En ella toda preparación es imposible porque la conversación cambia permanentemente de fisonomía.
Es calidad esencial de toda belleza ser sencilla en sus arreos; “simplex munditus”.
Una de las primeras y más obvias distinciones del estilo es la que resulta de la mayor o menor extensión que el autor da a sus pensamientos.