Curso XXXIII - Enseñanza 3: Figuras de Palabras y de Pensamiento

La “figura”, estrictamente hablando, es aquella modificación en el empleo o el significado de las palabras que ofrece mayores posibilidades al discurso. Deben tener dichas formas del pensamiento o del lenguaje dos caracteres esenciales para que con razón reciban este nombre: que con facilidad puedan ser substituidas por una forma más sencilla, por una forma no figurada, y que expresen la idea o el pensamiento con más viveza, más gracia o con más energía.
Las “figuras” son la expresión natural de ciertos estados de ánimo, de ciertas modificaciones del alma, que exigen un lenguaje esencial, por así decirlo, en consonancia con el estado espiritual y que no es posible hallar en la construcción exclusivamente lógica y gramatical, sino en este lenguaje “figurado”. No son invención del arte; el hombre de pasiones violentas, rudo y sin instrucción, emplea y se vale del lenguaje figurado. El arte retórico enseña solamente a emplear tales figuras acertadamente o, por mejor decir, lo que ha hecho ha sido descubrirlas y clasificarlas. Y de aquí ha deducido las reglas para su mejor empleo.
Estudiadas como licencias para dar variedad, belleza y energía a la expresión, toman el nombre de figuras de construcción en la gramática española. Dichas “figuras de construcción” -que sólo a título informativo se citan aquí y como complemento de aquellas que a continuación se verán separada y detenidamente, relativas a la elocuencia-, se reducen a cuatro por su orden: hipérbaton, la elipsis, el pleonasmo y la silepsis.
Figuras de palabras:
La repetición: consiste en repetir la misma voz al principio de todos los incisos, miembros o períodos. Dice Cicerón: “Escipión rindió a Numancia, Escipión destruyó a Cartago, Escipión salvó a Roma de la ruina de las llamas”. “Nada tratas, nada maquinas, nada piensas”.
La conversión: se comete cuando la palabra se repite no ya al principio de cada inciso, miembro o cláusula, sino en su final. Dice el autor ya citado: “¿Lloráis la pérdida de tres ejércitos? Los perdió Antonio. ¿Sentís la muerte de vuestros más ilustres ciudadanos? Os lo robó Antonio…”
La complexión: es la unión de las dos anteriores y consiste en empezar y concluir las cláusulas con la misma palabra: “¿Quién ha roto los tratados? Cartago. ¿Quién ha asolado la Italia? Cartago…”
La conduplicación: repite consecutivamente en un mismo inciso la misma palabra. “Vives, vives y no para deponer, sino para aumentar tu audacia.”
La gradación: es el ascenso o descenso que se da al pensamiento por medio de la palabra. Puede ser ascendente o descendente. Se dice en la primera: “por un clavo se pierde una herradura, por una herradura un caballo y por un caballo un caballero”. En la segunda: “no se interesa por la humanidad, ni aún por las naciones, ni aún por los individuos”.
Figuras de pensamientos:
Figuras para dar o conocer los objetos.
Descripción y enumeración: si el objeto es único, se describe; si son varios, se enumera.
Figuras para comunicar raciocinios y reflexiones.
Comparación: similar a la metáfora, pero en aquella está oculta y en ésta desenvuelta.
Antítesis: si la comparación se funda en la semejanza, la antítesis se funda en la oposición. Para que resalte mejor el contraste es preciso pintar con mucha propiedad los dos extremos opuestos.
Figuras para atenuar una idea.
Preterición: se finge pasar en silencio o indicar sólo muy ligeramente lo que, sin embargo de este artificio, se anuncia de una manera muy clara y se fija con pocos pero muy marcados rasgos.
Reticencia: es la figura por la cual el orador se muestra contenido en medio de su fuego o impetuosidad por alguna consideración de pudor o de prudencia que le ocurre en aquél instante y que le obliga a detenerse y a reservar la idea o frase que iba a emitir.
Figuras para expresar y mover los ánimos.
Interrogación: es la más pronta, enérgica y apremiante.
Sujeción: mediante esta figura el orador pregunta a su adversario u oyentes, encargándose él mismo de dar la respuesta.
Dubitación: por esta figura el orador se muestra dudoso de lo que debe decir o hacer, aunque lo sabe muy bien y lo tiene anteriormente resuelto.
Exclamación: expresión viva de afectos.
Optación: se expresa un deseo: “¡Ojalá apague Mila este farol! Quieran los dioses que su boca derrame…”
Deprecación: es la expresión de un deseo acompañada con un ruego dirigido a alguna persona para que acceda a las súplicas.
Imprecación: amenazas y maldiciones.
Conminación: su fin es intimidar poniendo a la vista el mal que se seguirá a los oyentes.
Apóstrofe: por esta figura el orador aparta su vista de los oyentes para dirigir la palabra a objetos ausentes, a Dios, a la tierra, a los muertos y aún a seres inanimados o metafísicos.
Personificación y prosopopeya: esta figura de pensamiento por movimiento presta a las cosas insensibles, sentimientos y pasiones como si estuvieran dotadas de acción y palabra.
Además de éstas existen muchas otras figuras, tanto de palabras como de pensamientos, que se han excluido por considerar sólo aquellas capitales para el discurso y ser la mayoría de ellas repetición de las enumeradas, sutilizando más ciertos aspectos tomados generalmente en las que forman esta lista. Así entre las figuras para comunicar raciocinio y reflexiones, podríanse colocar la concesión, la corrección o la amplificación, pero siempre se trataría de comparación y antítesis.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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