El conocimiento simple es un estado de unidad y similitud entre sujeto y objeto. Esta unidad es imposible de lograr a través de un estado activo de la mente, que siempre es dualista.
Algunas almas se quejan a veces que no pueden meditar porque les resulta pesado el ejercicio, se aburren y piden a sus Superiores que les hagan más liviana la rutina de su disciplina espiritual.
La oración no puede ser plena y total si todo el ser no está puesto en ella. Al decir todo el ser no se significa la vehemencia del vuelo sensible, sino el ser en su totalidad.
Para que la oración sea plena el hombre tiene que transformarse en un testimonio de fe, debe discernir continuamente en la enseñanza las verdades evidenciadas y las verdades posibles. El alma está siempre en un estado de perfecta oración cuando tiene la verdad divina centrada en sí.
Para que la oración sea plena el hombre tiene que transformarse en un testimonio de fe, debe discernir continuamente en la enseñanza las verdades evidenciadas y las verdades posibles. El alma está siempre en un estado de perfecta oración cuando tiene la verdad divina centrada en sí.
No puede haber oración plena mientras quede en ella un resto de interés personal. Ese egoísmo, aunque sea espiritual, impide una expansión en un sentir universal.
El hombre no puede trascender sus pequeñas miserias, sino renunciando a esas miserias.
En la meditación sensitiva la imagen es percibida a través de los cinco sentidos. El objeto es afinar la sensibilidad de los sentidos para aguzar su percepción. Sin embargo, este ejercicio no permite trascender la evidencia sensible.
Se ve una imagen y se entiende otra cosa, pero no cualquier cosa sino lo que esa imagen representa como símbolo.
Por ejemplo: se ve una puerta y se entiende una posibilidad.