Curso XVII - Enseñanza 11: Dificultades en la Oración

Algunas almas se quejan a veces que no pueden meditar porque les resulta pesado el ejercicio, se aburren y piden a sus Superiores que les hagan más liviana la rutina de su disciplina espiritual. Los Superiores observan también que los métodos de oración no en todos los casos dan el resultado esperado; no se nota un adelanto evidente en la oración, hay un aparente estancamiento. Después de un momento de entusiasmo viene el desinterés, el hastío, el aburrimiento; son muy pocos los que perseveran y muchos los inconstantes. Sin embargo, aún cuando no se persiga un fin inmediato, el ejercicio de meditación hecho metódicamente da siempre, necesariamente, un resultado; y llega un momento en la vida en que se recogen espontáneamente las consecuencias de la ascética espiritual.
A pesar de esto, no en todos los casos el resultado de la ascética es lo que debe ser: la transformación total de las almas. Dentro del camino ascético místico pueden presentarse muchas clases de dificultades, pero fundamentalmente son de dos tipos: el primero consiste en todos los problemas y tropiezos inherentes a la misma ascética. Estos son lógicos y convenientes, ya que son parte de esta ascética. Los segundos nada tienen que ver con aquella, y son derivados de la posición fundamental que tiene el Hijo respecto a su vocación y su ubicación.
Es imprescindible distinguir claramente estas dos clases de problemas. Si así no se hace se produce rápidamente una gran desorientación interior, sentimientos de estancamiento y fracaso.
Discernir clara y exactamente el móvil y origen de las dificultades y actitudes de las almas, es fundamental para orientarlas definitivamente hacia la realización de su vocación espiritual.
Para que la orientación sea plena y sus resultados transformantes, el Hijo debe ser una Unidad. Una unidad en su sentir, en sus esfuerzos, en sus aspiraciones, en su vida, en su vocación. Si no es así su ascética será discontinua, sus esfuerzos serán encontrados y le resultará muy difícil participar de la vida Espiritual de Cafh.
Si el Hijo hace de Cafh otra de sus cosas su vida no podrá estar centrada en sí, porque Cafh será para él algo, pero no él mismo. Y esa dualidad es imposible. De este modo la oración no puede ser plena, total. Si el Hijo es una unidad, de esa Unidad fluye la Enseñanza, fluye la palabra creadora, fluye el ejemplo, fluye la paz, fluye la irradiación de presencia. Si no el Hijo es un esfuerzo discontinuo, una idea esporádica, un avanzar, un detenerse, un retroceder. De este modo es imposible participar substancialmente en la Gran Corriente; por un momento se integra a la misma y luego choca con ella. Por eso algunas veces las almas se sienten disconformes. Ellas creen sinceramente que lo están con la meditación, con el método o con cualquier cosa exterior, pero en realidad están disconformes con ellas mismas. Es común descargar afuera la responsabilidad que no se está dispuesto a asumir.
Se da el caso, además, de algunas almas que si bien se vuelcan a Cafh con gran entusiasmo, también tienen dificultades en su desenvolvimiento espiritual. Demasiado entusiasmo nunca emana de una posición realmente espiritual. El entusiasmo es un sentimiento muy personal que surge de satisfacciones también personales. Es la euforia que se siente al recibir los Dones de Cafh. Si detrás de esto no hay una verdadera vocación de Renuncia la fuerza del entusiasmo dura muy poco y rápidamente las almas se sienten detenidas; surgen las dificultades, y se comienza a perder el tiempo buscando el origen de los conflictos en el modo de cumplir los ejercicios espirituales, los problemas externos, etc. Es decir, se indaga la causa inmediata, cuando en realidad la verdadera raíz está en la falta de conciencia vocacional de las almas.
Mientras la fuerza que anima al Hijo no es totalmente impersonal y desinteresada difícilmente pueda hallar plenitud en su ascética mística. Vivir la Renuncia es vivir sin apegos, sin ilusiones personales, sin esperar nada. Es vivir sólo con la Divina Madre. Pero a veces la presencia de la Divina Madre es una mayor soledad aún, porque puede ser una presencia oscura, una no presencia, un desconocimiento de la Escencia Divina para quedar sólo un conocimiento de las responsabilidades, de la rutina, del quehacer diario. Son pocas las almas dispuestas a darlo todo; son pocas las almas dispuestas a darse completamente. Son pocas las almas dispuestas a saltar por encima de sus nimios problemas y dolores, para vivir la Unión Substancial con la Divina Madre a través de una oración de Renuncia.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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