La Renuncia es el único camino para la salvación del mundo y no hay otro camino de salvación para el alma fuera de la Renuncia.
Esto no es sólo un postulado doctrinario, sino la ley esencial y contingente del universo y de la Humanidad.
El alma, al ponerse en contacto con la Gran Corriente, queda de inmediato transformada: de ser humano se transforma en un ser divino y así como un hombre tiene leyes y normas naturales que cumplir, el ser divino, enseguida que se transforma en tal, queda sometido a leyes y normas espirituales.
Los hombres, para poder convivir entre sí, necesitan una participación recíproca de hechos y de hábitos.
Estos hechos y hábitos son el origen y resultado al mismo tiempo, de los lazos de sangre, de las obligaciones comunales, de las sucesivas leyes, de la adaptación ambiental, de la eficiencia del trabajo y de la estabilidad de residencia.
Cafh es esencialmente divino; en sí es no determinado. Por eso su manifestación a través del Cuerpo Místico es integral.
Cafh es idea simple que se multiplica por reversibilidad, se expande por participación y se determina como manifestación de presencia.
Lo que determina la vida espiritual del Hijo es el momento de su ingreso a Cafh.
En ese momento es necesario el examen retrospectivo para que el alma comprenda cómo, aun estando a ciegas, fue llevada por su destino al camino espiritual.
Los Hijos de Cafh deberán ser obedientes a las leyes vigentes en el país al cual pertenecen o que los hospeda.
Hay quienes opinan que sólo hay que obedecer a leyes justas y oponerse a otras que son malas para los pueblos.
Cafh, al indicar a sus Hijos que deberán ser respetuosos de la religión de su país, no quiere decir que los Hijos deban abandonar su propia religión de origen para abrazar la vigente en el país, ni que en determinadas ocasiones no se avengan a la controversia en materias de religión, cuando ésta se realice con conocimientos de textos y causas.
El Hijo basa sus estados místicos a realizar sobre la fe, por eso la fe es el soporte de la vida espiritual.
El destino ha puesto frente al alma un ideal espiritual y éste es real, pero desconocido, y el alma lo abraza a ciegas y se adhiere a él con todas sus fuerzas, siempre en un acto puro de fe.
El Superior no podrá desarrollar una verdadera labor espiritual en el alma del Hijo si no conoce las aspiraciones íntimas del mismo.
Desde el principio él ha de saber cuáles son los pensamientos íntimos y los sentimientos secretos del alma.
Los Hijos que empiezan el Sendero, y sobre todo si son jóvenes que aún tienen que definirse en la vida, no conocen su vocación.
El problema vocacional es la gran responsabilidad del Superior.