Hay que prepararse con la oración para que la Madre nos guíe durante el año en la educación de los niños.
Pidámosle que limpie la mente y el corazón de toda idea preconcebida respecto a los niños: “si el niño es bueno o malo, sucio, grande o demasiado chico o aún repulsivo; si los que envía la Dirección de Menores o no, si tienen esto o los de Villa del Dique tienen aquello, o si los de Villa del Dique son mejores que los de Embalse”.
Las almas consagradas, las almas de oración, siempre quieren y creen que han de tener consuelos y goces divinos continuamente en la oración. Esa gracia divina la necesitan los hombres del mundo que cuando oran buscan y reciben ese consuelo.
Hemos de hacer todo el bien que podamos a los niños.
Tenemos que aplicar nuestra Enseñanza en su educación. Aún para dar a ésta una orientación psicológica, etc. es bueno ir a buscar en la fuente de los libros sagrados.
Dicen los Santos Evangelios que cuando Jesús estaba predicando y curando, María, la madre de los Zebedeos, tomó a sus hijos y subió al monte donde estaba el Maestro, se postró ante él, le adoró y dijo: “Señor, promémete que en el cielo mis hijos se sentarán uno a tu derecha y otro a tu izquierda”.
Las almas predestinadas han sido las elegidas por la Divina Encarnación desde antes de la creación del mundo. La Divina Encarnación las tomó por Esposas para que ellas lo ayudaran en la redención del mundo y fueran sus Co-Redentoras de las almas.
La vida del Ordenado es de recogimiento y reserva de energías.
No sólo tenemos el Radio de Estabilidad físico, material, del cual no debemos salir, sino que hay otro radio magnético, íntimo, del alma que es sagrado.
Uno de los goces más grandes de la vida espiritual es la unión de las almas. Los seres humanos buscan siempre la compañía, porque el hombre solo no puede vivir, siempre necesita de alguien que lo acompañe; la vida misma es una sucesión de hechos que reúnen a los seres con lazos de sangre, de circunstancia, de trabajo.
Son las palabras iniciales de nuestro Reglamento. No dice allí: “Este escrito o normas”, dice “Éste”. El Reglamento es algo espiritual, abstracto, indefinido, no escrito, contrario a lo que uno se puede imaginar.
Cafh está destinada a cumplir una misión providencial, social, en el mundo, según las palabras de nuestro Reglamento.
La Madre nos quiere dar así la solución al problema y los males del mundo.
Nuestro Reglamento, al decir que debemos ser obedientes a las leyes del país donde habitamos y respetuosos de las leyes del mismo, nos da todo un programa social de renunciamiento.