La Ronda Lunar había cumplido su cometido y había dado a las mónadas unos perfectos cuerpos astrales; pero faltaba dar el último y más importante paso, pues esos seres tenían que descender a conocer el mundo denso y material.
Eolo, el dios de los vientos, corría velozmente de un lado al otro de la atmósfera terrestre, limpiándola de todas sus impurezas; y el Sol, con una luminosidad más clara que la que ahora puede observarse, brillaba constantemente.
La filosofía de la India no nombra ni habla sobre el principio absoluto, existente más allá de todo principio; ejemplo luminoso de la modalidad de esos antiguos maestros de la India es el Buda, que se negó constantemente a hablar sobre el principio de lo INFINITO.
Phritivi, el elemento terrestre, crea elementales que son los guardianes y vigilantes de los movimientos terrestres, del crecimiento de los árboles y de toda vegetación, y de la reserva de las tierras que no han de ser contaminadas por el hombre.