La Humanidad tiene Dioses por todo el mundo. En algunos países, como Argentina, están amontonados unos al lado de otros, pero no se hablan; son orgullosos, permanecen ensimismados en su propia grandeza.
Ningún pueblo llegó en las artes y en la filosofía tan alto como el Griego, a tal punto que será difícil superarlo.
Esta civilización, nacida entre las columnas de las siete ciencias, tocó y profundizó todos los conocimientos, descubrió y sintetizó todas las bellezas y dio un nuevo sentido a la vida mediante la poesía, la literatura y la filosofía.
En las islas Egeas crecía un pueblo bárbaro que había de ser el brote de los Celtas y fundador de Grecia.
Parece que el destino dejara en la más profunda oscuridad y abandono a los pueblos que habían de ser fundadores de grandes razas y de dinastías gloriosas.
Ha dicho un escritor contemporáneo: “No es orador ni el que dispone, arregla y clasifica bien las ideas, ni el que las produce con armonía y con las gracias de la elocuencia halagando al oído y a la imaginación a la vez, sino el que posee estos dos talentos y los sabe reunir y ejercitar”.