Los Atlantes fueron los hombres más sabios de todos los tiempos; no tenían religiones, templos ni ciencias escritas. Conocían la realidad en todas sus dimensiones visibles e invisibles por conocimiento directo.
Eolo, el dios de los vientos, corría velozmente de un lado al otro de la atmósfera terrestre, limpiándola de todas sus impurezas; y el Sol, con una luminosidad más clara que la que ahora puede observarse, brillaba constantemente.