Eolo, el dios de los vientos, corría velozmente de un lado al otro de la atmósfera terrestre, limpiándola de todas sus impurezas; y el Sol, con una luminosidad más clara que la que ahora puede observarse, brillaba constantemente.
No se conoce, en el desenvolvimiento antropológico de la Raza Hiperbórea, la división exacta de sus subrazas; pero es posible distinguir una serie de estados evolutivos que podrían llamarse “etapas”.