Asia, la primera tierra que tenía que explorar el hombre ario, se levantaba entre mesetas de coral, entre rocas aún no holladas; adornada por una vegetación exuberante, aunque lúgubre, coronada de altísimas montañas, como un signo de enigma y de misterio para aquellos que tenían que conquistarla.
Las diez Tribus, dirigidas por los diez Sabios, tomaron los nombres de éstos.
La tribu de Marichi permaneció en el Tibet.
Las tribus de Atri, Pulatya y Pulaka se establecieron en distintas partes de la Mongolia.
Los ario-arios de la Tribu de Marichi, que no emprendieron la conquista de la precosta, tomaron unas características que se fueron acentuando en el período comprendido entre las postrimerías de la primera subraza y los comienzos de la segunda.
Hace miles de años una gran columna de Arios cruzó los Himalayas y, encaminándose hacia el Norte de la India actual, establecieron allí su morada.
Los guiaba el Manú Vaivasvata, un Iniciado Solar de Primera Categoría, y diez sabios llamados Richis; sus nombres eran respectivamente: Marichi, Atri, Pulastya, Pulaka, Angrias, Kardama, Daskscha, Vashishiha, Bhrigú y Narada.