El Hombre y Dios son dos cosas aparentemente distintas; pero cuando quitados los velos de la ilusión el hombre realiza a Dios, entonces son como una sola cosa. Esta es la felicidad, el paraíso, y por esto el ser en la tierra, aún sin saberlo, anhela la perfección espiritual y encontrar a Dios.
Se habla, se piensa, se siente, siempre en términos dualísticos y la vida es una unidad. No hay que entender esa unidad como una sola cosa, sino como un todo orgánico indivisible y simple en sí, compuesto como atributo.
Se habla, se piensa, se siente, siempre en términos dualísticos y la vida es una unidad. No hay que entender esa unidad como una sola cosa, sino como un todo orgánico indivisible y simple en sí, compuesto como atributo.