Para comprender mejor esta Reflexión es necesario consultar las siguientes Enseñanzas del Curso “Historia de las Órdenes Esotéricas”: La Sabiduría Árabe y la Mujer Velada; El Antiguo Egipto y El Templo de la Iniciación.
Miguel, el Jefe de la Hueste del Fuego, había purificado entre truenos, relámpagos y llamas, una Montaña Sagrada. Por centurias brilló en ella un fuego volcánico de terrible poder que, vomitando lava ardiente y piedras calcinantes, formaba un círculo impenetrable.
Ya se sabe que entre los orientales no sólo se admitían las mujeres en la Orden sino que hasta podían llegar a ocupar el cargo supremo. Y fue una mujer, hace aproximadamente 2500 la que dirigió los destinos de la Tabla de Hoggard.
Es necesario repetir una vez más la antigua y siempre actual pregunta: ¿existe un Dios Creador, o no existe? Y se deberá, por la posesión de ideas claras, propias, responder a conciencia.
Se estudiaban los libros de la Madre Eterna en este Templo, y fue en él donde con las Escuelas Esotéricas de Amón llegó al máximo esplendor el poder y la sabiduría de los Sacerdotes de Amón, con quienes alcanzó el politeísmo su mayor fulgor.
La escuela esotérica que, por darle un nombre, podría llamarse politeísta tuvo su máxima expresión en Egipto. Eventualmente decayó y sus templos fueron completamente sepultados bajo las arenas.
Los mahometanos se encargaron de impedir que se buscaran y sólo recientemente, no hace siglo y medio todavía, se ha empezado a desenterrar templos y sepulcros y a descifrar inscripciones, las que son todas exotéricas.
Los antiguos Iniciados veían en el año, además del movimiento del sol a través de las doce casas zodiacales, el camino del alma, desde el nacimiento hasta la muerte, en busca de la perfección.
La Orden física es una imagen de la Orden Astral.
Hay almas que renuncian en el Mundo Astral a la paz y a la dicha de los planos superiores para seguir trabajando en bien de la Humanidad y, en particular, en el de sus hermanos de la Orden, aquellos que luchan por un mismo fin, un mismo ideal: la reforma de sí mismos y la santificación de las almas.
En los antiguos misterios de Eleusis se efectuaban ritos que correspondían a esta iniciación astral. También los sacerdotes egipcios simbolizaban estas realizaciones haciendo pasar al aspirante por las cuatro pruebas. Los Cristianos copiaron de los antiguos y repiten esas ceremonias en las vesticiones y profesiones religiosas.
Si ahora se consideran las enseñanzas de Amón, no en su refugio sino entre los hombres que luchan y sufren, se observará, durante el siglo I antes de J.C., que había infinidad de Escuelas, ninguna de ellas puramente devota ya al concepto del “No Ser” o al de “Ser”.