Curso XXVI - Enseñanza 8: El Caballero de la Eternidad

La Orden física es una imagen de la Orden Astral.
Hay almas que renuncian en el Mundo Astral a la paz y a la dicha de los planos superiores para seguir trabajando en bien de la Humanidad y, en particular, en el de sus hermanos de la Orden, aquellos que luchan por un mismo fin, un mismo ideal: la reforma de sí mismos y la santificación de las almas.
Estos caballeros invisibles pueden ser almas que desde hace mucho tiempo no encarnan en la tierra, y también pueden ser Caballeros desencarnados que se incorporan a este núcleo selecto.
Existe una hermosa leyenda que asegura que la misión del primer Caballero que muere, es la de permanecer en el Umbral de la Eternidad, esperando a los compañeros para indicarles el camino.
Este Caballero expectante mora de continuo entre el astral y el umbral del frío y de la obscuridad, mirando con sus ojos videntes la hora en que se acerca el viandante. Cuando ve que la muerte rodea con sus espesos velos a su hermano agonizante, congrega a todos sus compañeros, hace que se materialicen etéreamente en el lugar donde está el moribundo para que éste cruce el umbral llevado de su mano y auxiliado por la santa compañía.
El consuelo que recibe el alma al ver a un ser amigo le distrae la atención y pasa con más facilidad de un plano a otro, sin experimentar demasiado la angustia dolorosa del cambio dimensional.
Pero hay aún más. Existen lugares en el mundo donde los Caballeros de las Tablas astrales se citan en mística reunión con los Caballeros mortales que saben trasladarse en cuerpo astral. Son puntos del planeta que, por su extraordinario magnetismo o por el magnetismo acumulado durante siglos por Templos allí existentes, los hacen aptos para la solemne realización.
Más allá del desierto de Gobi, sobre las más altas montañas de Pamir hay uno de esos lugares. Alguno cree que allí se levantó el antiguo monte de Kaor; y allí los Caballeros astrales, en místicas asambleas, embalsaman aún esos aires con sus cánticos sagrados y concentraciones sublimes.
En el Tibet, en una alta meseta, sobre un macizo cuadrado y negro, también se efectúan estas astrales asambleas. En Europa se realizan sobre la montaña de Monserrat y en las altas montañas de Escocia; y en África, en el Cabo de Buena Esperanza.
En América son también varios estos puntos. El principal se halla en el Cañón del Colorado, en los estados del Norte y otro, sobre una alta montaña, volcán ya apagado, el Lanin, que en las tierras del sur se espeja en las aguas tranquilas del Hueche-Lauquen.
Antiguamente hubo un gran centro magnético en las montañas de San Luis y aún se cuenta que allí existía un Templo sagrado, pero ese centro ha sido desplazado casi completamente hacia el Sur.
En estos lugares terrestres parece que la atmósfera se hace tan sutil, que es más etérea que física. Ya no existe allí la puna que mata al cuerpo, sino la puna que destruye a las almas que no son fuertes ni bastante valientes para afrontar las pruebas antes de llegar hasta el lugar de reunión.
Pero el gran punto de concentración es siempre el Oriente. Cuando los Caballeros de la tierra y del cielo viajan hacia el Templo sagrado, que únicamente existe en el cuarto subplano del mundo astral, enfocan y se orientan hacia Pamir, hacia la antigua Kaor y, desde allí, hacia la Eternidad.
En esos viajes las últimas visiones terrestres que perciben son de altas mesetas, de cimas inaccesibles, de niveles vírgenes, desconocidas para todo mortal; y cuando el alma, apoyando sus pies sobre la mística escalera de soga, mira el lugar que va dejando, es la luz amarilla del Oriente, de la India, del Tibet, el último aura que ve.
Las vibraciones cambian los mantras de los Caballeros en corrientes de vida, en lenguaje eterno, que corre de un lado a otro del nuevo mundo. Aun acá son los Caballeros expectantes los divinos sacrificados, aquéllos que les tienden los brazos, para cruzar la llama de Hes, a los Caballeros astrales que vienen de la tierra y del cuerpo físico.
Siempre ellos, los Caballeros del Umbral, vigías de la Eternidad, resplandecientes en su aura plateada de sacrificio, son los que llevan sus copas brillantes, colmadas del néctar de las almas, que sólo pueden llevar los que todo lo han dado por amor.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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