Muchas almas al empezar el camino espiritual tienen grandes ansias y anhelos. Desearían cambiar la faz del mundo, salir a predicar por las calles, hacer algo útil para la Humanidad. Verdaderamente las almas quisieran hacer algo.
No se puede empezar el Buen Camino del Espíritu sin tener fe, sin creer.
Creer no es adherirse a determinadas creencias.
Todas las religiones tienen sus creencias y unas afirman lo que otras niegan.
El hombre sufre durante el transcurso de su vida varias enfermedades en su organismo, agravadas por complejos mentales de toda índole que repercuten sobre la faz psíquica y quiebran los nervios.
El alma habituada al bullicio sin control de la mente tiene suma dificultad en acostumbrarse a la oración.
Ella llega a creer a veces, que este ejercicio es algo incompatible con sus actitudes y que nunca logrará efectuarlo debidamente, proporcionándole grandes decepciones y abatimiento.
Aquél que desea tomar la vida espiritual no lo logrará si su mente no cambia su actitud frente a los conocimientos de la vida, frente a la relación de él con todos los demás individuos y sus creencias.
Muchos nobles seres trabajan en el mundo por el bien de la Humanidad. Son soldados de Dios que salen al campo de batalla y que no descansan ni dejan de pelear hasta que logran la victoria.
Es indispensable que el alma se conozca a sí misma, que conozca a su personalidad íntima y real. Enseguida que ella se pone en contacto con su potencialidad íntima todas las cosas exteriores pierden su capital importancia y sólo tienen valor los problemas fundamentales.
Todos los seres humanos son llamados a una vocación espiritual que se manifestará en un determinado momento, ya que la finalidad de todo hombre es Dios en un sentido positivo o negativo.
Al penetrar en la Gran Corriente de Cafh el Hijo promete cumplir fielmente con los deberes y obligaciones que impone el Reglamento. La permanencia dentro de Cafh sólo está condicionada, entonces, por la estricta observancia del Reglamento que los Superiores le presentarán; pero, si en el alma se ha agigantado el hambre de Dios que un día la conmovió y si el afán de liberación se ha acrecentado en él, si el Divino Amor ha herido más su pecho o ha inflamado más su mente el Divino Misterio, no ha de bastarle la mera observancia de los artículos e incisos del Reglamento, sino ha de ponerse en contacto con el Espíritu del mismo.
Cafh es una sintonización de almas entre sí. Hace abstracción de la personalidad mundana de sus miembros y sólo consagra como Hijos a las almas. Aun como agrupación de hombres es ideal, pues reúne a determinados individuos sólo con un hilo magnético y anímico.