Curso XLVII - Enseñanza 8: Las Bodas de Canaán (2/01/1956)

Aquél que quiera orar ha de imitar a nuestra Divina Madre. Ella ha de ser nuestro modelo en la oración, nuestra Maestra de oración.
En el Evangelio, la Virgen María ofrece un ejemplo perfecto de la oración: Las Bodas de Canaán. Grande había de ser la intimidad entre María y los desposados para que Jesús, ya comenzada su vida pública, accediera a acompañar a su Madre. Grande había de ser la intimidad entre María y los desposados cuando ella se encontraba sentada tan cerca que pudo enterarse que, por una imprevisión, se habían quedado sin vino y comprendió la vergüenza que esto significaba para la familia. Se acercó a Jesús y le dijo simplemente: “Ellos necesitan vino”. A esto el Hijo le responde: “Mi hora no ha llegado todavía”.
Pero ella insiste con firmeza y luego vuelve a su lugar en silencio.
Al poco rato el Maestro llama a los sirvientes y les ordena que traigan unas tinajas de agua. Las bendice y transforma el agua en vino con gran alegría de los desposados.
Todo se le puede pedir al Esposo Divino y todo lo dará Él al alma consagrada, pero hay que saber pedir.
La oración ha de ser viva y contundente. El alma se pregunta: a) qué, b) cómo, c) cuándo debe pedir.
Primeramente, no se consigue lo que se pide porque no se sabe pedir. El alma continuamente hace una trayectoria de un polo a otro. Va de la teorización a la materia. Cuando su estado es de euforia, de gran alegría, crea imágenes, ilusiones, fantasea y en eso pierde toda la alegría, construye castillos en el aire. Cuando está deprimida se hunde de tal forma en la materia, en su miseria, que hasta se olvida de orar. Pide muchas cosas, demasiadas y su oración no es contundente porque se detiene a pensar si no es demasiado material o personal aquello que pide.
Por eso María, la Virgen Divina, es un modelo perfecto de oración. En todo el Evangelio jamás se la ve pedir, salvo en las Bodas de Canaán. Ella siempre está compartiendo el dolor del Maestro: lo acompaña al pie de la cruz y aún en la cúspide de la carrera pública de su Hijo, cuando Ella llama a la puerta y le van a decir a Jesús que su madre y sus hermanos están afuera, Él no la reconoce, pues responde que su madre y sus hermanos son aquellos que escuchan su palabra. Ella no es oída ni habla, sino es en las Bodas de Canaán. Pero cuando lo hace es porque sabe lo que tiene que pedir y permanece firme en su pedido; más aún, exige ser escuchada. Sabe que lo que pide es necesario y sabe que su Hijo puede darlo. a) ¿Qué pide? No pide nada extraordinario, nada espiritual, nada místico; pide algo material, común, pero necesario; b) para salvar la honra de sus amigos. c) Por eso se levanta con firmeza y va hacia su Hijo y ante su negativa Ella insiste. Tiene derecho a insistir, sabe que Él puede dar. Cuando Él hace traer las tinajas de agua se cumple la esencia, el substratum de la oración: la transmutación. No importa que el pedido sea material. En las manos Divinas se transforma: da salud, solución económica.
Así tienen que ser las Hijas del Altar Divino: Adorar siempre en silencio, pero cuando se pide al Esposo Divino hay que hacerlo con firmeza, con insistencia, seguras de que Él todo lo puede dar.
Entonces su pedido ha de ser continuado, sin intermitencias, creando una onda de vibración tan fuerte que llegue al corazón mismo del Esposo. No hay que detenerse a dudar si es necesario o muy material, si vale la pena molestarlo por algo aparentemente mundano. Pedir como la Madre Divina: no mendigaba, no era una pedigüeña, pero cuando pedía era contundente.
Luego callar y abandonar el pedido a la Voluntad Divina.
Insistir aún ante la negativa del Maestro: hacer como Santa Rosa de Lima que libraba verdaderas batallas con el Maestro. Ella le decía: “Quiero esta alma, dame esta alma” y cuando Él le contestaba que era un pecador perdido, Ella le contestaba: “No importa, quiero que me des a ese pecador, quiero su alma”. Y su pedido, su fe de amor llegaba como una flecha encendida al corazón del Maestro y Él se la daba.
Ustedes tienen que aprender a orar, saben orar pero hagan de la Madre Divina su Maestra, lean en su libro siempre abierto las Enseñanzas y conozcan el secreto para hacer de la oración algo vivo y contundente.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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