Curso XLVII - Enseñanza 3: La Imagen de la Divina Madre (12/12/1953)

¿Cuál es el significado de las imágenes que adornan los templos y santuarios? ¿Cómo es que la Divina Madre puede ser representada así, tan corpóreamente material y en actitudes tan distintas las unas de las otras? Ya sea en el rostro cándido y puro de una niña que lleva en sí todos los sueños por realizar, ya sea como una madre con un niño en sus brazos, ya sea como la Virgen al pie de la cruz de su Hijo en cuyo rostro se refleja todo el dolor del mundo, siempre está allí la Madre Divina, la Madre que es en sí el Cosmos, los Universos, los Mundos, los Planetas, el hombre en fin con todo su bien y su mal, su dolor y su gozo.
¡Divina Madre! Ella ha tomado esas formas para acercarse más al mundo y su símbolo más sublime es María, la Iniciada Lunar, a quien le cupo la misión divina. ¿Qué entendemos por la Virgen Santísima, la Madre de Cristo? Es el ser que eligió la Divina Madre, la Madre del Universo para que encarnara en él su Hijo, el Cristo.
¿Pero cuál es el valor real de esas imágenes? Ellas están allí sobre los altares y santuarios adornándolos, pero no tienen un valor real hasta que los devotos las visten con sus oraciones, con su adoración continuada.
Hijas mías: vestid a esa imagen, de tan hermosa expresión, que poseéis en vuestra capillita, pero vestidla con vuestras virtudes, con vuestro silencio y recogimiento, con vuestra Realización.
¡Hijas de la Renuncia! Comprended que la verdadera Renuncia no consiste en dejar el mundo, los familiares, los amigos, el trabajo. ¡No, Hijas, no! Ésa es la renuncia externa, ése es un valor positivo y el mundo está al día de hoy pleno de valores positivos. La Renuncia verdadera, divina, es la Renuncia Interna, aquélla que es de vuestras almas, aquélla que está constituida por la realización plena de los valores negativos, aquéllos que el mundo no ve, no conoce.
¡Hijas mías, haced que el tiempo no exista para vosotras! Pues el pasado no os pertenece, está muerto, el presente tampoco y el futuro menos aún; todo el tiempo está depositado en las manos de la Madre. Vosotras habéis dejado el tiempo del mundo y estáis en la eternidad. El trabajo que realizáis, aquél que el mundo ve, no es de importancia, no cuenta para la Madre; aquél que importa es el que os va despojando de vosotras mismas, es el trabajo que sólo vive en una renuncia continua. Recordad que no tenéis nada, nada, pues todo se lo habéis entregado a la Madre, lo bueno y lo malo, lo puro y lo impuro.
Ella os abrió la Puerta y no os preguntó nada; sólo bastó vuestra ofrenda. No os preguntó si erais puras, buenas, perfectas, ricas o pobres. Nada de eso miró; simplemente os tomó porque os disteis. No importó si el voto era temporario, solemne o perpetuo; a todas os habló por igual.
Hijas Ordenadas de Embalse: ¿os dais cuenta de la gracia maravillosa que os ha sido otorgada?
Ella os tomó del montón sin tener en cuenta lo que erais, únicamente porque respondisteis a Su llamado entregándoos. ¡Y cómo clama Ella al mundo que se dé así, que escuche su Voz por un momento! Pero mirad, la Madre Divina os ha elegido; trabajad entonces, trabajad sin descanso, pero dentro de vosotras mismas. Vosotras estáis muertas para el mundo, pero ahora trabajad por ese mundo en la Obra de la Madre. Y, sobre todo, orad mucho; que vuestras vidas sean de continua oración, de recogimiento, de Silencio, porque ahora la Madre Divina os está tendiendo la Mano para que depositéis en ella vuestra pequeña gota de sangre. Reflexionad: ¿No es vuestra misión la más maravillosa que pueda alumbrar al mundo en este momento? Pensad un poco en lo que os ha tocado hacer, pues la salvación del mundo no estará en manos de los científicos, de los artistas o de los políticos, sino de aquellos que sirven a la Madre despojándose de sí mismos.
¡Mirad qué misión os ha tocado! El mundo al día de hoy ha comprendido, pero no ha seguido la obra de Cristo. Cristo vino pero los hombres no han seguido su ejemplo. Se acerca ahora el momento de la Nueva Encarnación de la Divinidad, la Divina Encarnación que hará que cada hombre se realice a sí mismo convirtiéndose en un pequeño Cristo. ¿Y cómo hace la Madre para descender sobre la tierra? Pues toma un núcleo de seres que estén preparados a dar su sangre para moldear el Cuerpo Divino. Vuestra misión es transformaros en madrecitas de ese cuerpo -¡oh! Mirad si no es maravillosa vuestra tarea- qué cerca está la Madre de vosotras. Deteneos a reflexionar un poco y veréis en la luz que Ella os da, lo divino de vuestras posiciones y la gracia que os ha sido otorgada. ¡Cuántas mujeres, jovencitas, hay en el mundo que luchan en la oscuridad sin encontrar donde depositar su fe, sus anhelos, sus aspiraciones, sus virtudes! ¡Cuántas chicas, jovencitas, desearían encontrar lo que vosotras tenéis, dejarlo todo, para ir en pos de ello! Pobres almas que deben luchar y caer y que buscan en el mundo de las sombras.
Orad mucho y renunciad porque en esa renuncia esas almas encontrarán lo que buscan. Que el amor mueva todas las fibras de vuestros corazones para ofrendar vuestra sangre en holocausto de esas almas que se debaten en la miseria y la oscuridad, entregadle vuestra sangre a la Madre para que pueda Ella descender sobre la tierra y que esa Divina Encarnación pueda ofrendar al mundo una vida nueva.
Vosotras sois las madrecitas de esa Encarnación y en vuestro trabajo reposará su Cuerpo. Trabajad entonces en él; haced como el pintor que esboza primero un cuadro, hace un borrador y otro, y otro, hasta que llega el día en que la idea genial, la verdadera, ilumina en su interior y se plasma en la tela dando nacimiento a la Obra Maestra.
Hijas: así vosotras debéis trabajar para entregar vuestra sangre a la Madre, pues sin esa sangre no puede realizarse nada y ella es el barro con el que trabaja la Madre Divina para soplar luego sobre él y darle vida. Volcaos vosotras en esa ofrenda a la Madre y veréis entonces que si trabajáis con amor y ahínco las piedras del mundo se convertirán para sostener la Obra Divina.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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