Curso XLVII - Enseñanza 7: Parábola de la Samaritana (17/12/1955)

El alma consagrada ha de estar siempre al lado del pozo para dar de beber al Maestro cuando viene. Nunca ha de encontrarla éste descuidada o sin previsión: “Estad siempre preparadas, Hijas mías”.
La Samaritana fue al pozo y encontró allí al Maestro. Este le dijo: “Dame de beber” y ella sorprendida le preguntó cómo Él, Nazareno, le pedía a ella de beber. El Maestro le contestó que si ella le daba de beber, Él le daría un agua eterna que saciaría su sed para toda la eternidad.
Él tiene el agua de la vida eterna, pero mendiga nuestro amor para saciar su sed. Todo lo tiene, posee a los mundos y el Universo todo, pero mendiga nuestro amor.
Por eso le dice a la Samaritana que aún si acabara de pecar, pero le entregara su corazón, de ella serían las aguas y las gracias eternas: ¿Qué son tus pecados delante de mí? ¿Qué importa nuestra miseria si ni ella puede separarnos de Él si le damos de beber?
Él es el Divino Prisionero de amor que, encerrado, contempla por entre las rejas de su ventana a los niños que juegan abajo, en la calle, animando sus juegos y siguiendo sus miradas.
Si le damos de beber surgirá una fuente que lleva hasta la Vida Eterna.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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