Curso XLVII - Enseñanza 5: La Devoción a Nuestra Divina Madre (5/10/1955)

La ventaja que nos da la devoción a nuestra Divina Madre es la facilidad de contacto con la Divinidad. Dios es Dios. Dios es algo abstracto que con nuestra pobre mente no podemos comprender ni penetrar. La idiosincrasia del hombre de nuestra época exige algo que se adapte a nuestra humanidad: un puente entre la tierra y el cielo.
La raza nuestra ha alcanzado el grado más elevado en el nivel intelectual; a más no puede llegar. Pero al inclinarse tanto hacia la razón ha dejado a un lado, estática, a la intuición. Para tener la fuerza de orientarse hacia ella y desarrollarla para la nueva raza, esperamos al Maitreya.
Estamos acostumbrados a comunicarnos por medio de los sentidos y vivir hacia el exterior. El hombre en su progreso, tiene una trayectoria ascendente que es la de su inteligencia; ha llegado a un punto en que nada le es imposible con su razón, pero la trayectoria de su intuición ha quedado estática. Por eso el hombre desarrolla sus ciencias, todo lo puede explicar, pero a la Divinidad la deja allí: no puede explicarla, la comprende intelectualmente pero no la vive. Llega un momento en que la mente queda impotente ante los porqué de la vida y se sume en la desolación más profunda, porque en su oración desvincula lo divino de lo humano.
El hombre debiera orar mientras trabaja, sufre o goza.
Dios reside en lo que está más allá. Para la razón es algo abstracto. Nosotros no podemos penetrar en ese misterio si la Madre Divina no nos introduce en él. Ella es la Manifestación de Dios, la que está más próxima a nosotros por nuestra idiosincrasia.
Seamos devotos entonces de la Imagen de la Divina Madre y así como las religiones tienen su Jerusalén, su Meca, nosotros la tenemos a Ella.
Seamos verdaderos devotos de la Divina Madre: que Ella sea nuestra Maestra, Confidente, Consejera, nuestra Amiga. Todo se lo debemos contar a Ella y todo lo solucionará si en ella confiamos. No hay problema que Ella no nos solucione.
Debemos hacerla bajar del altar y tenerla a nuestro lado en todo momento. Hacer de Ella algo real y vivo, no algo abstracto y lejano.
Que la Madre Divina sea la obra de arte de la vida espiritual, que cada Hija se haga su imagen propia de la Madre y que la vista con todo lo que ella quiere y anhela ser, con todo lo ideal: la pureza, la bondad, la obediencia, el silencio y la fidelidad que anhelamos para nosotros. Pongamos en Ella nuestras virtudes. Que sus Manos, sus Pies, su Rostro los creamos de acuerdo a nuestro ideal de belleza: que tenga las manos que yo amo, que Ella vaya siempre con nosotros.
Veamos en Ella a la Ordenada perfecta, tal cual la soñamos.
Por un acto humildísimo de amor nos ha tomado Ella misma de la mano para conducirnos a la Eternidad. No hagamos de Ella algo abstracto e inaccesible. Para llegar a lo abstracto, a lo Infinito, debemos cruzar el puente que une lo humano con lo divino y ese puente es la imagen de nuestra Divina Madre. Sin pasar por él no podemos llegar.
Esa imagen está en todo lo que nos rodea. En la naturaleza, en los seres, en un árbol.
La Dama Vye le dio una vez al Caballero Gran Maestre una imagen de Jesús elevando sus ojos al cielo. Esta imagen era la reproducción de una pintura hecha por una mujer. Esta mujer estaba por morir cuando Jesús se le apareció y, mostrándole el cielo, le dijo que ella moriría cuando hubiera terminado de pintar su Rostro tal cual lo veía en ese momento.
La mujer sanó y comenzó la obra, pero nunca la acababa porque siempre tenía algo que retocar y perfeccionar. Cuando dio el último toque habían pasado veinte años, y entonces murió.
Nosotros, como ella, debemos lograr una imagen perfecta de la Madre, y cuando esto suceda podremos morir, pues estaremos perfectamente identificados con Ella.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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