Curso XLVII - Enseñanza 46: El Cuerpo Místico de la Comunidad (26/06/1960)

El Cuerpo Místico de la Comunidad adquiere toda su fuerza espiritual e inconsustancial por la inmovilidad, la penetración y la transformación. Es indispensable que este Cuerpo Místico de la Comunidad sea uno; es imprescindible que este Cuerpo Místico de la Comunidad sea la viva expresión de nuestra Divina Madre y de su Obra Redentora sobre la tierra.
Para que este Cuerpo Místico esté libre de toda mancha, libre de toda luz que no sea la Luz Fundamental, es indispensable que aquellos que lo forman, aquellos que prestan su vida para darle Vida, aquellos que dan todas sus fuerzas espirituales para que sea la vida del Espíritu sobre la tierra, es indispensable que desaparezcan, que no sean. Esa transformación y este aniquilamiento de la personalidad para la subsistencia del Cuerpo Místico sobre la tierra es la labor admirable que hacen los Hijos a través de su renuncia, de su entrega, a través de su holocausto.
Pero es necesario que este Cuerpo Místico, que está alimentado por esta llama extraordinaria de renunciamiento, tenga también una unidad que se representa al mundo, una imagen que se refleje sobre la Humanidad, tenga un aspecto exterior que haga más fácil el contacto de lo divino con lo humano.
El cuerpo mismo de la Comunidad, esa parte del Cuerpo Místico que se pone en contacto con lo exterior, logra esto por la inmovilidad, la penetración, por la transformación.
La personalidad humana que está tan provista de atributos distintos, que continuamente saca fuera de sí una de sus personalidades para que actúe en distintos y en determinados momentos, hace que los seres sean distintos unos de otros. Porque a veces se expresan de un modo y otras veces de otro; cada uno desde modalidades de personalidades sobrepuestas que los distinguen continuamente de los demás.
Aquéllos que forman el conjunto de un Cuerpo Místico son una sola cosa, quiere decir que han de tener una sola expresión, un solo movimiento exterior y este movimiento único exterior hace que sean aniquilados todos sus aspectos individuales y personales y se expresa a través de la voluntad única, de la observancia, y esto es, vive en los Hijos a través de la inmovilidad.
Ponerse inmóvil es todo lo que es necesario, Hijos e Hijas, para que el Cuerpo Místico de la Divina Madre se exprese en el mundo de una única forma. ¿No es verdad que nosotros no tenemos ningún interés en que sobresalgan nuestras personalidades? Para nosotros es indiferente; si nosotros tuviéramos ese pensamiento, entonces la Divina Madre no nos hubiera elegido para formar una parte del Cuerpo Místico.
Si alguno se expresara de ese modo quedaría tan fuera de lugar, sería tan llamativa su atención que enseguida sería rechazado del Cuerpo Místico de la Divina Madre. Todos tienen una sola voluntad. Es la observancia.
Pero hay una sola cosa que puede traslucir afuera todavía y son los resultados de nuestras personalidades anteriores que se expresan a través de movimientos mecánicos: el modo de correr, de sentarse, estar parados. Para que esos movimientos mecánicos vuelvan a su fuero interno es necesario que el Hijo adquiera la inmovilidad. No es solamente permanecer dentro de la clausura continuamente, frente a la Presencia Divina que nos orienta a todos hacia una única misión. Es necesaria la inmovilidad muscular, dominar las reacciones habituales consecuencia de nuestra vida en el mundo, para que todo sea una perfecta expresión del Cuerpo Místico sobra la tierra. Quien ha visto a un Hijo Ordenado, a una Hija Ordenada, ha visto a todos. Que aquél que vea a una Ordenada o un Ordenado, diga: “Todos son iguales, caminan iguales, etc.” Que nadie pueda decir: “Yo prefiero a este señor o a esta señorita”.
Como les digo, esta inmovilidad mecánica hace que el ser se exprese exteriormente como si no tuviera expresión, sólo como si fuera la imagen reflejada de la Divina Madre sobre la tierra.
Cuesta un poco adquirir la inmovilidad. A ustedes que tienen toda la facilidad que les presta la Comunidad no les cuesta tanto adquirir ese admirable don. El Ordenado de Comunidad ha de pensar siempre: “No sólo estoy a la presencia de la Divina Madre, yo he de ser la estatua y Ella ha de ser la vida, yo he de ser la vestidura y Ella el cuerpo que la anima”.
El mundo expresa todo por sus movimientos. Cuando uno ve al mundo comprende su estado mental, sentimental. Entonces la expresión exterior de los Hijos y de las Hijas de Comunidad ha de ser un solo movimiento, el movimiento que expresa la Divina Madre sobre la tierra: estar rígido, no hacer muecas, no darse vueltas de un lado para otro. Todo eso ayuda para que se adquiera un mecanismo nuevo de expresarse. Esta inmovilidad que sería dureza de expresión en el mundo, en el Hijo que tiene que expresar algo divino se transforma en algo grandioso; resume en sí el ritmo del universo, el ritmo del Corazón de nuestra Divina Madre. Pero esto inconsubstancial, esta forma única, esa fidelidad que no se puede romper ni ver y sin embargo existe con toda su fuerza, se adquiere por penetración, no solamente participando de la vida de los seres, porque el Hijo o la Hija de Comunidad no puede sólo participar sino fundirse, penetrar. No puede haber dos corazones, dos pensamientos, sino un solo pensamiento, una sola acción.
Digo penetrar dentro de los Hijos compañeros de la Comunidad, porque es el único modo para que desaparezca completamente el ser personal; es indispensable cumplir la misión para la cual hemos sido destinados, traer un nuevo sentir de la vida; enseñar a los seres no las felicidades sino la Felicidad, dar a los hombres la ruta a seguir, no las diversas vías. Para eso es necesario entonces que nuestro Cuerpo Místico sea santo, vivo, se perpetúe.
Es desesperante mirar desde el punto de vista personal la vida espiritual. Las obras espirituales necesitan a veces una eternidad para cumplirse. Una Tabla necesita para establecerse casi diez años, para expandirse casi veinte años. Yo tiemblo frente a esta obra divina que debo realizar. Es necesario que haya un ser que haga la Obra, eso sólo se logra a través del Cuerpo Místico y si nos penetramos uno dentro de otro.
El cuerpo está siempre fuerte y vigoroso; nosotros somos la sangre que penetra allí y seguimos haciendo la obra que otros han dejado y seguimos viviendo y trabajando siempre. ¡Qué importa cuándo uno morirá! Estamos listos para enfrentarnos con todo, con todo lo que trae la expansión espiritual.
No hay cuerpos, es un solo cuerpo, el de la Divina Madre. Desde luego que eso lo logramos a través del pequeño trabajo de cada día, asimilándonos con aquéllos que tienen gustos distintos a los nuestros, siendo agradables con aquéllos que nos son antipáticos: ésta es la obra de penetración. Ésto hace de la obra un Cuerpo único, de conjunto. ¿Qué importa si yo muero en este momento, si en el momento en que yo muero voy a penetrar en el cuerpo de otro para que sea Caballero Gran Maestre sobre la tierra?
Ustedes nunca han muerto, vuelven siempre a nacer y seguir la obra que han hecho. Ustedes van a penetrar en el cuerpo de otra Hija o Hijo que se está formando y que está para venir; nuestra participación es penetrante, viva, desaparece el cuerpo físico y la expresión de nuestro ser para haber un solo cuerpo.
En la Comunidad no hay un Superior, Asistente, Director, Maestro, es todo uno que lo hace. Cómo puedo yo decir: “Yo hago mejor las cosas que otro”? y “Esta cosa no está bien” He de decir: “Hoy me ha salido bien”. Cómo puedo decir: “La otra señorita o el señor o la Hija” ¿Este es un mal si soy yo quien lo hago? Si ella me dice algo desagradable soy yo que se lo he transmitido. Si yo también estoy obedeciendo y si obedezco; si trabajo estoy orando, y si oro estoy trabajando. ¿Si yo estoy en el mundo, no están ustedes conmigo allí? No hay dos, nuestro cuerpo es una única expresión, somos una sola cosa y una sola vida. Desde luego, esta comprensión penetra en el alma poco a poco, llega un momento en que esta idea es tan nuestra que uno no piensa que un pensamiento es de otro, el otro soy yo.
Entonces esto nos da la fuerza de la cohesión, fuerza existente a través de los cambios. La reversibilidad del cambio se transforma en nuestras manos en una fuerza actuante, que continuamente se expande y va más allá de los límites humanos y llega a lo infinito. Es la única forma de hacer algo los seres humanos; haciéndonos divinos lo podemos realizar.
El cambio en la vida de Comunidad es la sal de nuestra existencia; en una vida de continuo autocontrol da la impresión de que el alma se acostumbrara siempre a un ritmo. Pero no, milagro divino del Cuerpo Místico de la Divina Madre. Esta inconsubstancial forma sin embargo se expresa sobre el mundo en mil expresiones, se opera también en nosotros como Cuerpo Místico de la Divina Madre; pero ¿cuál es el don de reversibilidad en el cambio? ¿hay alguna diferencia entre cuando uno estaba en el Seminario y ahora, que está con los niños? No hay cambios. Es la reversibilidad; luz y sombra al mismo tiempo, sin que la luz infiera continuamente. La vida de Comunidad cambia continuamente: hoy estoy en una Casa y mañana he desaparecido, estoy en otra. Sin que nadie lo supiera, hoy, en la hora de silencio he hecho mi atado y me he ido. Yo siempre permanezco donde he estado, no me voy nunca de allí. El cambiar no es pasar al otro lado, trasladarse, sino que estoy en el Cuerpo de la Divina Madre y yo no he hecho más que ampliarme con Ella.
Estos cambios continuos son mucho más difíciles de adaptar al alma debido a que el alma está dentro de un método, de un ritmo determinado, debiéndose transformar sin que nadie se de cuenta. Esa es la asimilación de la vida única del Cuerpo Místico de la Divina Madre que se refleja continuamente.
Mi obra cambia Siempre. Hoy estoy con ustedes y mañana estoy con los Hijos que están en el mundo. Ese cambio no tiene que ser hecho haciendo yo un esfuerzo, tiene que ser natural. Uno tiene que decirse: “Hoy eres esto y mañana serás la maestra que dicta clase”. Todo cambia, todo se transforma y uno no se ha dado cuenta. “Tú sigues, eres siempre la misma”. Eso es la reversibilidad, un cambio de vida, cambiar a través de las actividades sin que nuestro interior sufra por eso, cambiar sin darse cuenta de todo eso.
…Ha tocado la campana; eso también es reversibilidad.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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