Curso XLVII - Enseñanza 4: Adoración al Comienzo de un Retiro (21/01/1954)

¡Madre Divina! Te pedimos, Madre Amada, que el cumplimiento estricto y fidelísimo de la Observancia nos acerque a Tí, nos haga formar parte de Tí, seamos consubstanciales contigo; que la Observancia perfecta rija nuestras vidas en tal forma que nos transforme activa y verdaderamente en nadie; que podamos decir: Madre, no soy yo, Tú eres; no soy yo el que vivo, Tú eres la que vives en mí.
Que podamos, Madre, ser tan simples, tener tanta necesidad de serlo que nos olvidemos de nosotros, que no pensemos tanto en nosotros mismos, en nuestros problemas, nuestros defectos, en nuestras dificultades, en el lugar que podamos ocupar, en lo que nos podamos merecer. Trabajar con la misma alegría en las humildes tareas.
Nosotros no somos nada. Somos como una mesa, una silla, un carro. La mesa fue formada con maderas cortadas, sacadas de otra más grande, el carro con sus ruedas, sus tornillos, sus ejes; todo fue agrupado y sacado de algo mayor. Lo mismo nosotros que ante tu solo soplo desaparecemos y ya nada queda de lo que éramos.
Por eso, Madre, debemos amar solamente el cumplimiento de lo que Tú nos ordenes a través de los Maestros, de los Superiores. Obedecer a Su voz con la simplicidad y rapidez que no intervenga para nada nuestro yo, nuestros intereses; eso es para el mundo. Pero nosotros tenemos la Observancia que es la práctica de todas las virtudes juntas y sólo debemos aspirar a su perfecto cumplimiento.
Volcarnos en los Maestros y Superiores con la fe y la confianza, con la integridad y sinceridad del Hijo cabal y simple que va hacia su Madre, pues sabe que Ella es la única que lo puede consolar. ¡Oh, Madre Amada, amor nuestro, esperanza nuestra, otórganos, Madre, esta virtud para que seamos más tuyos, para que Tú, Madre, seas verdaderamente nuestro único amor! Que sepamos escuchar la voz de nuestros Superiores que es Tu Voz para que nos abandonemos en Tus Brazos como el niño recién nacido, que amemos sus reproches y busquemos ser corregidos para que la Muerte Mística se transforme en un preludio, en un cielo anticipado.
Bendice, Madre, en este Retiro a Tus Hijas Ordenadas, y a Tu Seminario, donde reine la Observancia en tal forma que las que hoy son dos, mañana sean doscientas y pasado dos mil; y a tus Hijos Solitarios y Patrocinados del mundo para que se cumpla Tu Obra Divina sobre la tierra.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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