Curso XLVII - Enseñanza 37: Votos Perpetuos (11/02/1958)
En un día tan solemne como el de hoy -centenario de la aparición de la Virgen de Lourdes- para esta Comunidad no hacen falta palabras; pero no puedo dejar de decirlas a estas dos Damas.
La Renuncia no se puede expresar. Mejor no hablar de la Renuncia. Lo que es sí para lo humano, es no para la Renuncia.
La Renuncia es la ley de los contrarios. Lo que es positivo para lo humano, es negativo para la Renuncia.
Lo que es potencial para lo humano, es activo para la Renuncia.
Cuando una lámpara está prendida aquí aparece oscuridad en el astral; cuando el vaso de la lámpara se rompe aquí, aparece en el astral. Cuando el ser es niño y está en los brazos de la madre tiene vida astral; después, a medida que se hace hombre y se va llenando de lo humano, se va endureciendo y hasta su físico va tomando su dureza. Eso lo prueba la misma conformación del cráneo. Después es cuando vive en este plano y olvida el astral.
Cuando se hace anciano empieza a olvidar estas cosas y decimos: Qué viejo que no recuerda nada, no sabe nada. Es que empieza a vivir otra vez en el astral.
La gran Renuncia de ustedes empezó al llegar al Seminario.
Al renunciar a los sentimientos. Dejar el hogar en que uno ha vivido durante 20 ó 25 años; renunciar a la sonrisa de la madre; ¿hay algo más grande para una mujer que renunciar a ser madre?
Renunciar a la maternidad es renunciar a sí misma; vuestro seminal es puramente astral y espiritual, porque el renunciar a un hijo es hacerse madre de todos los hijos del mundo y de muchas almas. Todos los hijos del mundo son vuestros. Al renunciar a vuestro hogar os habéis hecho dueñas de muchos hogares, tenéis ascendencia en todos los hogares.
Cuando termina el Seminario empieza la renuncia de los siete años: la renuncia del saber. Se dejan los anhelos de conocimientos: conocer nuevos idiomas, nuevas leyes, buscar en libros, viajar. Hasta la gente que los mira dirá: “No saben nada”. El saber para el mundo es el no saber para la renuncia.
Como consecuencia de esto se adquiere un nuevo saber.
El Ordenado no puede tener un título porque lo sabe todo, sabe hablar, sabe enseñar; donde van los Ordenados saben desenvolverse, saben trabajar, saben producir.
La Renuncia es tan inmensa que se logra por etapas.
Todos los actos que habéis hecho hasta ahora, han sido sucesivos actos de renunciamiento, que no son más que la preparación para la Gran Renuncia. De esto no se puede hablar, porque hasta entonces el alma tenía comprensión espiritual de todos sus actos de renunciamiento, pero ahora tenía que renunciar aún a esos actos de comprensión del renunciamiento. De esta Renuncia es mejor no hablar.
Escuché a un locutor que decía que desaparecerán los ejércitos humanos. Si un solo hombre con la fuerza atómica puede destruir el mundo, una sola alma consagrada lo puede salvar. Para qué quieren muchas vocaciones, si una sola alma que se entrega de verdad puede salvar al mundo.