Curso XLVII - Enseñanza 33: Cómo hacer la Adoración por las Almas Desencarnadas (29/06/1957)

Un alma cierta vez le consultó al Superior acerca de cómo había que “entretenerse” en la hora de Adoración. Quería saber cómo pasar la hora, cómo meditar y orar.
Como la misión que nos ha tocado es muy extraordinaria llama la atención que pase esto, porque el amor tendría que suplir la deficiencia de capacidad para orar; sin embargo, hay que tener unas normas para saber cómo dedicar nuestro tiempo a las almas que han pasado al más allá.
Si el alma ama, la hora vuela. Llega y ve a la Divina Madre rodeada de todos aquellos seres que claman a Ella pidiendo liberación. Así vuela la hora.
Un alma de mucha oración decía que la oración tiene la característica de que no cuenta las horas y los minutos. Si bien el Señor permite a veces que el alma pase por momentos de aridez y encuentre dificultades, debido a ello uno tiene que ir a la oración con método. Puede venir una distracción, pero el mejor medio para que dé fruto la oración es aquello que podemos pensar y sentir a través de la imaginación.
Ejemplo: El padre de una Hija. Ella le pidió al Caballero Gran Maestre que orara por su papá. En una visión el Caballero Gran Maestre pudo ver al pobre viejito que tomaba el ómnibus de Bel Ville, que busca a su compañera y no la encuentra. Al pedir informes le dijeron que en los últimos meses se había ido a vivir allí con su señora; no se daba cuenta de su estado.
Hay que caminar al lado de ese ser y decirle que el camino que hace no existe, es ilusorio.
Son elementos físicos que llevó con él al más allá y esa es la causa de su tristeza y dolor. Así se le pasaron dos horas al Caballero Gran Maestre.
Primero: Ofrendar la oración por las almas más abandonadas, que nadie recuerda y sufren. Pensar en los seres desencarnados que aún creen estar aquí con un cuerpo. Esto es lo más desesperante, porque lo peor es creer vivir sin estarlo, querer participar de los bienes físicos. Ser sus compañeros.
Ejemplo: Inundación. Muertes y daños que causa. Ellos no se dan cuenta de su estado; continuamente ven derrumbarse sus casas. Pierden su ganado. Claman los desesperados: ¡Dios mío, Madre!
Necesitan de alguien que los ayude. Hemos de verlos con los ojos del alma y de la fe. Escucharlos a través de la comprensión que nos da la doctrina espiritual. Hemos de auxiliarlos: “Soy un alma que ha venido para estar a tu lado, para darte la mano en este duro trance. No te has ahogado nunca. Si pudieras darte cuenta, en un solo instante estarías en el otro mundo”.
Imaginarse que vamos por los campos y todo está lleno del desastre. Hemos de llorar con ellos. “Comprendo tu dolor en este momento en que has perdido el don preciosísimo de la vida, pero soy el Mensajero, el Portador de otra Vida más feliz y sin muerte”.
Ejemplo: Avisos fúnebres de los diarios. El anciano que miraba al anochecer las nubes y veía allí dibujados los rostros de ancianos y jóvenes y se imaginaba que son las almas que suben al cielo.
Veía la similitud de las imágenes al pensar en todos los seres que dejan de vivir.
El tiempo de la Adoración es muy poco, breve para la gran misión que hemos de cumplir. Por eso no hemos de distraernos.
Ejemplo: El Salterio con sus maravillosas expresiones que nos permiten acompañar a las almas desencarnadas.
Decir, que es como si uno acompañara al alma a través del fuego y del agua para ir al descanso.
De profundis: Allí esa profundidad es más grande que la de la hora de la muerte; uno no sabe dónde está ni cuál es su destino. “De esta profundidad llamo, Señor, para que escuches mi voz y me atiendas”.
Repetirlas al oído, enseñarlas a pronunciar con nosotros como lo hacía nuestra madre al ponernos en sus rodillas cuando éramos niños y quería enseñarnos las oraciones.
“Hemos perdido el camino, pero si te miramos a Ti…” Sentirnos que el alma se ensancha, que perdemos la noción del tiempo y que esa hora tendría que transformarse en todas las horas de la vida.
Enseñarles el canto de la alabanza tomándolas de la mano. Todo se ha desvanecido: “Sic transit gloria mundo noctem…” Decirles: “Ha llegado la hora de la más profunda oscuridad, pero tengo una palabra secreta. Repite conmigo esta fórmula de mis Votos: Renuncia al mundo”.
Así esa alma se entrega voluntariamente.
Hay que estimularse a uno mismo con imágenes, figuras, para hacer bien la obra.
El Hijo del mundo puede tener dificultades, pero el Ordenado ha de suplir esas deficiencias con su amor. Tiene que ser tan grande ese amor que supla todas las misiones del mundo.
Ir con fervor y amor a la Adoración. Cargar la hora con los suspiros y llantos de los que caminan en la noche y así esa oscuridad será bendecida con la dulce paz, porque no es éste un fruto personal sino una carga voluntaria de amor.
Sería suficiente que una sola alma pudiera recibir nuestra mano para penetrar en el Umbral de la Luz.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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