Curso XLVII - Enseñanza 28: Conceptos de Cafh sobre Nuestra Vida de Obreros (22/12/1956)

El momento que vive la Humanidad es de gran importancia porque no se ha dividido en clases, sino en dos sectores que están dispuestos a la guerra y a destruirse mutuamente: el hombre que produce y el hombre que explota la productividad.
Los Hijos de Cafh que van a actuar en la salvación de la Humanidad tienen que conocer este problema a fondo.
En una época el hombre que trabajaba era únicamente un hombre de trabajo y existía una dependencia entre el dueño y el trabajador, existía una cultura, una comprensión y dirección entre ambos.
Con la cultura y la escritura, cambiaron las cosas: ya el obrero no era un ignorante, un analfabeto. Ahora se prepara el gran choque, porque nada ha dado la solución. El cristianismo luchó durante dos mil años por la paz y fraternidad, pero ha fracasado. ¿Por qué? Porque predicó el renunciamiento total de los bienes materiales, lo que es imposible para la capacidad del hombre. Es una renuncia ideal, que dio el fruto maravilloso de la caridad: cerrar los ojos a un moribundo, atender al enfermo, dar lo que uno tiene para los pobres. Pero el cristianismo fracasó.
Ahora el obrero ha elevado su nivel pues sabe leer y es capaz. Cuando oye en una iglesia repetir las palabras de un San Francisco de Asís, Vicente de Paul, Don Bosco; cuando le cuentan que ellos han fundado hospitales, casas de ancianos para su vejez, él se siente indignado y no quiere ese dinero ni esa ayuda porque dice que es darle lo de él, lo que le pertenece y eso no es caridad, es un insulto, es darle como caridad lo que le han robado.
Pero la Iglesia no puede dar otra cosa, porque se ha unido a los poderes estatales del mundo y no puede volver atrás. Sólo le queda contemporizar impidiendo que se le robe más al obrero. Ningún obrero está con la Iglesia al día de hoy.
El Papa León XIII dijo que “Hemos perdido la clase obrera”, y el Papa actual Pío XII podría decir que “hoy tenemos al obrero en contra nuestra”.
Este sería el primer punto: La posición católica como solución queda desechada.
Segundo punto. La idea materialista del comunismo: renunciar y darlo todo para enriquecer al Estado. En vez de trabajar para un patrón, el obrero trabaja para el Estado. Quiere decir que podrá estudiar, comer, pero le quitan esa satisfacción individual de gozar de lo que uno mismo ha creado.
En Cafh nos hemos hecho obreros para demostrar que únicamente por la participación progresiva puede el obrero llegar a la posesión de sus más elevadas posibilidades. El capitalismo, el capitalismo estatal y la repartición caritativa de los Ministros de la Iglesia no han hecho sino fomentar la lucha por el salario, por la superproducción y por el monopolio.
El problema es éste: el obrero es retribuido por su trabajo, pero siempre la retribución es inferior al valor real de lo que puede producir una persona.
El obrero tiene un alma exactamente igual a la del hombre más rico del mundo; es un ser egocéntrico e individual.
La única participación posible es la que se practica en Cafh. No puede haber un renunciamiento total a todas las cosas materiales pues para eso habría que desaparecer como ser humano.
El ser humano por la renuncia no posee, pero participa; no posee, pero tiene lo que le pertenece.
No puede haber arreglo en el mundo mientras exista el salario. El dueño es patrón, pero no es dueño absoluto, sino participante.
Por ejemplo: nosotros construimos nuestro colegio y todos participamos; la obra no es de nadie, pero el trabajo es de todos. El obrero ha de ser así: no tiene un salario, tiene lo suyo. Ni el patrón ni el obrero existen, sino que cada cual ocupa su lugar.
El aumento de salario no soluciona nada porque el patrón enseguida aumenta lo que produce.
Nuestra idea es la verdadera. No somos ni políticos ni sacerdotes para predicar nuestra idea; lo que hacemos es vivirla.
Demostramos así al mundo que la felicidad está en la sencillez de la vida, no en la abundancia de los bienes.
Nosotros no podemos vivir en el mundo, pero vivimos en la Comunidad como obreros no asalariados, sino participantes y ésta es una súper posesión anímica de lo que se realiza.
El obrero ha perdido el amor al trabajo porque todo es para otro, nada es suyo. Entonces gasta más de lo que pueden darle sus posibilidades anímicas.
Para comprender esto hay que conocer el Radio de Estabilidad, el magnetismo del lugar. Damos fuerza y recibimos bienes. El trabajo no quita energía sino da fortaleza. El obrero se cansa prematuramente porque nunca está en el mismo lugar y entonces no arraiga. Cuando el ser trabaja gasta energías, pero genera una pila eléctrica por la cual esas fuerzas vuelven a él. Cada vez que uno cambia tiene que construir un nuevo generador.
La verdadera posesión está en permanecer en un lugar y tomarle amor a ese lugar. Así se vigorizan los músculos y se vive plenamente.
La segunda participación es poseer el bien magnético del Radio de Estabilidad: saber dónde están las cosas, no perder el tiempo buscándolas. Porque no damos felicidad sólo con lo que poseemos, sino permaneciendo en el Radio de Estabilidad.
Nosotros impregnamos el lugar con nuestra capacidad y él nos devuelve las fuerzas de la tierra y la súper posesión no sólo es del ser humano sino que va más allá.
El obrero del mundo desconoce el valor de las cosas: $ 10 para nosotros son como $ 100 para otro.
El obrero al tener que trabajar para un tercero no produce lo que debiera, se cansa y al no producir lo que debiera todo aumenta y el mundo se arruina.
El obrero desconoce el poder de la resistencia: el obrero para que le aumenten se declara en huelga y surgen luchas entre los delegados obreros y los patronos y mientras tanto el obrero no cobra su salario. El obrero es la víctima. No consiguen nada porque si aumenta el salario aumenta el costo de la vida. El obrero tiene que impedir el aumento del costo de la vida, pero para eso es necesario una súper fortaleza: la resistencia pasiva -que practicó Gandhi- no usar ni adquirir lo que es aumentado. Si aumenta el tranvía vamos a pie. Es el espíritu de sacrificio, pero todavía falta para que la Humanidad lo comprenda. Los ingleses dejaron la India porque dejó de ser un negocio para ellos. Es la tercera etapa que tiene que conocer el obrero: la vuelta a la sencillez de la vida.
El obrero tiene que dejar de pensar que la felicidad es ser como el patrón, tener un taller. Sabemos que el que alcanzó a tener un taller fue de los más grandes explotadores. No; la mayor posesión es el bien magnético y además el obrero que trabaja tiene la obligación de ayudar a los necesitados. Tiene que aumentar en posibilidad de sacrificio, resistencia, dominio de su naturaleza. Así es el obrero Ordenado. Hemos dejado el mundo para ser una expresión viva de la vida. El mundo de mañana será del hombre que trabaja porque ha comprendido que a su trabajo se une la comprensión mental.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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