Curso XLVII - Enseñanza 26: Sobre la Meditación (20/12/1956)

Esta conferencia fue dada en carácter de dirección espiritual. Advertencias hechas sobre cómo entiende el Caballero Gran Maestre la oración, cómo quiere que la practiquemos y cuándo llega el momento de cambiar de método en la oración.
Los Hijos confiesan que en la hora reglamentaria de meditación pasan arideces, distracciones y los vence el sueño. Esto es algo de vital importancia para nosotros, así que hay que prestarle mucha atención.
El ejercicio es indispensable hasta que el alma no se ha identificado con él. No es que después no lo necesitemos, sino que no nos damos cuenta que lo estamos haciendo, tan natural llega a ser en nosotros. Cuando sabemos coser o tejer, lo hacemos tan mecánicamente que la mente no acompaña el movimiento; pero si nos equivocamos hay que volver a poner la atención.
En el ejercicio de meditación al poseer la técnica se lo hace instantáneamente, pero nunca llega a ser un obstáculo; si se transformara en un obstáculo veríamos que no es porque lo poseemos, sino porque lo hemos descuidado por mucho tiempo y así desperdiciamos el tiempo.
Esto les pasa también a los que han tenido estados notables en la meditación. Este ejercicio nos permite trascender cuando lo hemos aprendido tan bien que lo hacemos instantáneamente. Trascender es poseer.
Meditación Discursiva: Los hombres conversan impulsados por la emoción del momento respondiendo a la vibración mental del pueblo, raza, ciudad donde viven.
La Meditación Discursiva enseña una conversación más íntima y egocéntrica; para eso necesita todas nuestras potencias y reconcentración. En los principiantes se ve muy bien que no saben conversar, sino responden a esa vibración mental del lugar donde nacieron o se instruyeron. Nada tienen que decirle a su Divina Madre, pero si se encuentran con un amigo se lo cuentan todo.
Para entrar dentro de nosotros, no conversar simplemente como hombres, sino guiados por la intuición, es preciso practicar la Meditación discursiva.
Habría que empezar con el examen retrospectivo y volver a hablar como en nuestra niñez.
El niño sabe hablar con seres imaginarios, parece que tuviera a alguien a su lado. Así se sale del encierro mental de la civilización y cultura en las cuales se ha vivido. Es bueno invocar el Nombre Divino diciendo: “Madre mía, te amo Madre Divina”. Pero no hay que perder demasiado tiempo con esto, porque muchas veces no es más que una repetición de lo que uno ha aprendido, no es una conversación entre la Madre y el alma en la intimidad. Para poseer la verdadera técnica de la Meditación Discursiva, hay que despojarse de los hábitos viejos de conversación.
Hay que aprender a conversar a solas con la Madre y contarle todo lo que a uno se le ocurre, macanitas, todo. Así se logra la conversación con Dios, se toca un resorte desconocido hasta entonces, que está en lo más secreto del corazón.
Cuando se llega a esto uno comprende cómo el ser desperdicia la conversación.
¿Cómo puede uno aborrecer la Meditación Discursiva si nunca la ha poseído? ¿Hemos oído acaso la Voz de los Maestros, esa Voz Divina que no se parece a ninguna otra? Cuando así ha sucedido, uno tiene toda la mente y el ser allí; cuando hay oscuridad uno sufre y se desespera.
Para esto hay que sacar el velo que cubre al alma hablándole y contándole a la Madre lo que nunca le hemos dicho a nadie.
Hay que darle vida a ese Ser con quien vamos a hablar. Al darle vida se posee la oración.
Lo otro es una charla humana que se hace pesada e insoportable con el tiempo.
Lo mismo pasa con la Meditación Afectiva.
La Meditación Afectiva es fortalecer la imaginación, el espejo mental, a través del cual se reflejan las imágenes que queremos observar.
Importante: Muchos Hijos hacen la Meditación Afectiva como si fuera una pintura, fijan la imaginación en una imagen. Es debido a que uno siempre vuelve a caer en lo humano y habitual. La idea o imagen es algo panorámico, objetivo. Pero la Meditación Afectiva quiere que lleguemos a lo irreal, no existente, algo “que no puede ser trasladado al telón del mundo”. Ese algo que crea la Meditación puede subsistir mientras que está en nosotros, pero al reflejarlo afuera deja de existir.
En la Meditación uno quiere despertar una afectividad, sentirla, por eso es necesario el ejercicio activo de la meditación afectiva. Con este ejercicio se educa al alma para que ella pueda elevar el plano de lo sensitivo a un estado superior, espiritual.

  1. Esta sería la primera parte del ejercicio.
    Cuadro: Veo la montaña y me siento encantado con su belleza. Veo Kaor, el lago a mis pies, siento que ante esa vista mi alma se expande.
    El ejercicio quiere reproducir la misma sensación que cuando lo veo materialmente.
    Otro Cuadro: La Divina Madre, sus ojos de paloma, su boca de santa, sus Manos que dan la Bendición, y siento alegría.
    Lo habitual es trasladado así a un estado anímico e imaginario que siempre es objetivo.
  2. Segunda parte: se efectúa cuando esa sensación o el cuadro vuelven solos a mí; cuando he creado mi imagen, ésta está fuera de mí.
    Tenemos el ejemplo de cuando se oye una canción y luego uno está trabajando y oye el estribillo sin haberlo recordado, o siente a la Madre a su lado. Es que le hemos dado vida, está fuera de uno, ya no es uno. Es una fuerza que hay en mí que lo repite maquinalmente. Esa es la Meditación Sensitiva.
    Ahora bien, uno tiene la sensación, pero pasa. Ejemplo de la Hermana de Caridad que asiste al enfermo con entusiasmo, luego eso pasa y seguimos asistiendo y queda la caridad escueta y el hábito que hemos adquirido hace que no sintamos nada. Ante nosotros no queda sino el objeto que significa el Nombre de Dios.
    A nosotros nos pasa con los niños. No podemos estar con la afectividad continua porque es imposible. Cuando uno ha logrado el objeto a través de la sensación, todo desaparece y queda el objeto. Por eso repetir un cuadro para volver a sentir la sensación no es lo real. Hay que repetir hasta sentir la sensación, luego ya se ha alcanzado lo que se quiere y queda el objeto escueto.
    La sensación no es más que el primer escalón de la meditación, por eso si se insiste, uno llega a no sentir nada; cuesta hacerlo.
    La verdadera Meditación Afectiva es la imagen, no hay que cargarla con sensaciones, sino hacerla subjetiva (no objetiva), que tenga fuerza interior.
    Ahora bien, la imagen para ser subjetiva no ha de salir fuera de la imaginación potencial. Por ejemplo, si hacemos un dibujo todos lo pueden ver; pero si me surge la idea del dibujo y la retengo sin hacerlo -la afectividad pugna por hacer la imagen, pero si retengo esa fuerza, detenemos el caballo de la mente- impido su desarrollo, esa potencia queda en el alma. Entonces he logrado la Meditación Afectiva. Así la imaginación deja de ser humana y las fuerzas se reservan para cuando alguien las necesita; no hay que responder al instinto sino a la voluntad.
    Entonces la Meditación Afectiva se transforma en negativa: no veo, no soy, no quiero. Estoy aquí y nada más. Por ejemplo: el estandarte de la Madre, sin forma, sólo está, está. Si dejamos que la sensibilidad vuele se gasta y no queda nada. Hay que guardarla aunque cueste.
    Cuando uno tiene gran entusiasmo por servir a Cafh, la sensibilidad es gastada por los sentidos inferiores.
    Pero la Meditación Afectiva ha de llevarnos a otro estado de súper-posesión.
    Preguntas: ¿cómo es mi Meditación Afectiva? ¿Gasto mi sensibilidad?
    No quiero gastar lo que siento, lo guardo escondido. Mantengo en mí los elementos que dan vida al cuadro. Guardo alegría, afectividad.
    Si veo un niño y quiero tocarlo, guardo eso para que los nervios no gasten esa afectividad. La Meditación Afectiva guarda para el momento oportuno.
    Si hacemos así, después, durante el día, guardamos fuerzas siempre.
    Cuando uno gasta la alegría, después siente la tristeza de no tenerla, pero si se guarda luego se tiene.
    La aridez indica que el tornillo se ajusta bien. Es la voluntad la que ajusta el tornillo y retiene las fuerzas en el corazón.
    Ese hastío es bendición, hay que beberlo, cuidarlo, no aflojar y dejar que se escape tras alguna cosa sensible o del mundo, porque él nos dará la llave inglesa que regula, saca y pone las energías del corazón. Nos hace dueños del corazón.
Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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