Curso XLVII - Enseñanza 2: Vida en Oración
Verdaderamente, han de ser ustedes muy dichosas de poder orar en este lugar que es privilegiado.
La esencia de la vida de Ordenación es la oración; y si bien la vida del ordenado es una oración continuada, porque aún cuando duerme sigue orando a través de sus sueños y buenos deseos, el lugar de oración propiamente dicho es de un valor inestimable y total. ¿Cuánto hace que tenemos nuestra capilla aquí y ya está perfectamente magnetizada?
La Divina Madre ha recibido el homenaje de sus Hijos y desde acá irradia sobre el mundo; es otra casa de oración que irradia sobre las almas.
Ustedes bien saben que los seres del mundo, cuando todo les va bien, cuando tienen la solución de todo y todo es felicidad en la vida, no se acuerdan a veces del lugar de oración; pero cuando tienen una pena, cuando están afligidos, ¿adónde van? A la iglesia, al templo, a un lugar de oración; y nosotros los Ordenados en nuestras casas tenemos un lugar dedicado a la meditación, a la oración para que las almas que no están presentes reciban consuelo, alivio, fortaleza en sus necesidades.
La oración, además, para nosotros es todo. Digo la oración sencilla, no las grandes oraciones, estados interiores, sino la sencilla oración de pedir, de mirar a nuestra Divina Madre, aunque sea una imagen, nada más que una imagen, y decirle todo el sentir de nuestra alma, necesidades, afanes, alegrías, sinsabores, nuestro bien y nuestro pequeño mal. Pedir siempre es para el alma un consuelo y fondo de paz inagotable.
Recuerden lo que dice Santa Teresa: “La oración de las almas consagradas es como la lluvia del cielo, pero a veces esa lluvia no es mandada por Dios y entonces el alma tiene que sacar agua del pozo”.
Vuelvan las almas consagradas a la oración sencilla, de corazón a corazón. Sobre todo ahora que para esta Comunidad viene la época del recogimiento en que pasa el trabajo fuerte, pueden dedicarse más a la estricta Observancia y a la Oración, este año más que nunca.
Es bueno empezar por esta oración hablada, de viva voz. Y es la oración que se hace acá en la capilla.
Ahora recuerdo algo. Espero que ahora que no tienen preocupaciones, que no las vea cabecear de noche, estimadas Hijas. Miren que ustedes parecen esos pajaritos sobre el árbol, que están derechitos y que por ahí se les cae la cabecita.
El Caballero Gran Maestre dijo que en el asunto de las roturas había sido engañado y que eso era lo que más le dolía, que no era tanto el valor de las cosas como el de las palabras. Agregó: Hijas, sean exactas en sus palabras: “Está hecho o no esta hecho. Sí o no.”
Aquí el Caballero Gran Maestre dio a las Señoritas algunas instrucciones para los meses de vacaciones y agregó que desearía que aprovecharan estos meses de paz. Se ve en ustedes que la Divina Madre mora en el corazón de ustedes; pero digo yo de ese otro contacto con la Divina Madre, vivo, que se logra con la oración, recitando oraciones vocalizadas. Hay que recitar muchos salmos para, en una palabra, hacer como si la Divina Madre nos llamara de vacaciones y nos dijera: “Vengan, Hijas”. Ella atiende, les alcanza las cosas, y ustedes le hablan a su buena Madre.
En realidad, Ella es la síntesis de la maternidad, es la corona de divinidad, la fuerza de la fe, esperanza de los que van a venir, ejemplo de nuestra vida consagrada de Ordenación; vamos a escondernos en sus brazos.
Es bueno que, como nuestra vida es rígida, tengamos un poco de expansión y sentimientos con Ella, tengamos mimos, nos estrechemos contra su Celeste Corazón.
Ella está deseosa de estar a solas con nosotros; continuamente vigila nuestros actos, inspira nuestras palabras y dirige nuestros movimientos.
Está deseosa de estar con nosotros en un contacto vivo, humano, de dependencia, ansiosa de comunicarnos los tesoros de su gracia y corazón.
Reavivemos en sus manos nuestras promesas de amor; Ella está deseosa de que nosotros, en una palabra, vayamos a Ella.
Nuestra Divina Madre seguramente no sólo está como ser encarnado. Como ser de amor, tiene una predilección especial por las Hijas Ordenadas de la Sagrada Orden de Cafh. Me lo ha dicho especialmente.
Así que ustedes pídanle por todos los que necesitan y serán escuchadas; díganle todos los pequeños pesares y ansias, díganle sus penas y deseos, porque todos los tenemos, aún los deseos santos.
Todo lo que esperan para el año que viene, todas las obras que quisieran cumplir, todos los niños a quienes quisieran beneficiar y Ella las escuchará.
Díganle todos los proyectos para que Ella sonría benévolamente o sacuda la cabeza, pero siempre quedaremos contentos porque Ella conoce nuestras aspiraciones: el Colegio en Córdoba, el asilo de niñas, el deseo de levantar una escuela de oficios, y Ella escuchará benévolamente, así como los padres escuchan las fantasías de todos los hijos.
Acercad vuestro corazón a su Celeste y Adorable Corazón.