Curso XLVII - Enseñanza 15: Palabras del Caballero Gran Maestre en la Ceremonia de Votos Solemnes de la Señorita María Esther (12/05/1956)
Las almas predestinadas han sido las elegidas por la Divina Encarnación desde antes de la creación del mundo. La Divina Encarnación las tomó por Esposas para que ellas lo ayudaran en la redención del mundo y fueran sus Co-Redentoras de las almas.
La vocación del alma es toda divina, nada humana: lleva el toque divino del Hijo de la Divina Madre. ¿Cómo florece en el alma y despierta? Vemos a la niña que marcha de la mano de su madre, confiada y, de repente, un día todo cambia en ella: se ha transformado en una mujer. La llama de la vocación que trae en el alma desde que la Divina Encarnación la eligió, ha despertado. Antes se apoyaba en la mano de la madre y ahora se independiza, pues ha despertado en ella su apoyo divino.
Es entonces cuando el mundo de la familia, de los padres, todos se levantan en contra de ella y tiene que luchar para defenderse. Lohengrin, cuando toma a Elsa por esposa, lo hace con la condición de que nunca le pregunte su nombre y ella, al ceder a la tentación, pierde a su Amado Divino. Las cosas divinas no tienen explicación humana.
María Esther: no tenga más corazón. Deje que el Esposo Divino se lo arranque y ponga en su lugar el suyo. Ramakrishna decía que no tenía corazón porque se lo había entregado a la Divina Madre.
Sean todos los momentos en que esté lejos de Él, los momentos de agonía, que todo su consuelo esté junto al Esposo. Desde ahora su vida será un morir a cada instante para conquistar la Vida Eterna. Ponga sus manos sobre las palmas de las manos del Esposo y sienta la sangre de sus heridas, apoye su frente contra sus espinas y acerque su corazón al corazón herido del Divino Esposo para sentir sus latidos de amor. Cargue sobre sus hombros el cuerpo muerto de su Esposo, el cuerpo de la miseria, del dolor, de las lágrimas de los pobres seres del mundo, comparta los sufrimientos del Esposo Divino.
Antes de la creación ya estaba usted elegida para ser Esposa de la Divina Encarnación. Antes que los soles, que se pensara en la posibilidad de una Humanidad, las almas llamadas a ser Co-Redentoras fueron creadas con la Divina Encarnación. Levante usted el Cuerpo de su Divino Esposo. Es un hombre muerto. Vea la palidez de su rostro, sus ojos cargados de sangre y lágrimas, que no quieren mirar por los que miran las vanidades del mundo. Incline y toque con su frente, su frente con espinas para que huyan los pensamientos vanos. Ponga sus brazos sobre sus espaldas y sienta el peso de esos brazos por las madres, los enfermos, los moribundos. Estréchese a él y sienta el latido de su corazón para que la introduzca en su Corazón, en su Llaga, y la envuelva en la llama de su dolor y de su amor.
Ya no tiene más corazón, María Esther. Haga como Ramakrishna, como Ana de Jesús, que en un rapto de amor le dio su corazón para no tenerlo más. Haga como las viudas hindúes que toman el cuerpo de sus esposos muertos para subir juntos a la hoguera. Tome el cuerpo de su Esposo y suba usted. Desde hoy está muerta.
Su Esposo es un Dios Divino. No olvide que Él murió para su redención. Ni un instante, ¿qué digo un instante? si cuando no está con él todo es agonía para usted.
Levántese Hija y venga a desposarse con la Divina Encarnación, con el gran Maitreya. Nuestro amor tiene un solo rostro. Hoy conoce su nombre. Nuestro amor es único, tiene una sola ventana, tiene una sola puerta. No es para ser compartido. Los Votos de hoy son sólo una promesa y una esperanza que va usted a ver al exhalar el último suspiro.