Curso XXXVIII - Enseñanza 9: Calidoscopio Áurico
La vibración mental se transforma en el aura en un continuo movimiento, la energía vital se condensa en colores y la materia etérea toma diversas y cambiantes formas; a estas formas que llegan a veces a matizarse de un modo tal que parecen cuadros vivos se les llama Calidoscopio Áurico.
Las formas que más predominan en el aura son las producidas por los efectos sensoriales registrados subconsciente y conscientemente. Ellas son:
Las del olfato, cuadrada.
La del gusto, semilunar invertida.
La de la vista, triangular.
La del tacto, espiral.
La del oído, circular.
Estos dibujos áuricos se entrefunden continuamente entre sí, formando hermosas imágenes de una perfecta figura geométrica. Como cada una tiene un matiz especial de color, reflejan verdaderas imágenes fantasmagóricas a los ojos de los clarividentes. Estas formas mentales, producidas por los órganos sensoriales, toman a veces tanta posesión del aura del ser, que la dominan por completo; son los continuos obsesores y tiranos, verdaderos demonios de la Humanidad. Pero la razón y el conocimiento los destierra poco a poco, suplantando, a estas imágenes, las de los deseos, ilusiones y aspiraciones. Según su fuerza característica, las fuerzas mentales perduran más o menos tiempo en el círculo áurico y a veces toman verdaderas formas elementales.
Las leyendas antiguas las describen como hermosas estatuas, atrayendo tanto a su artífice que cobran en su mente vida real; no en vano fue dicho que los hombres son los pensamientos de los dioses y, por ley correlativa, los mundos elementales son los hijos de los pensamientos de los hombres.
No siempre las formas mentales toman tanta vida; son imágenes que pronto abandonan el círculo áurico del ser y se establecen como cascarones en el círculo áurico de la tierra, buscando imágenes similares para tomar nuevamente fuerza y vida. Por eso es imposible desterrar un vicio inveterado sin la paciencia; ese vicio ha tomado forma, se ha adueñado del aura del ser, está acostumbrado a alimentarse con las vivas energías que de allí emanan y es necesario sitiarlo por el hambre, privándolo de nuevas reservas, para echarlo de allí. Tomemos un ejemplo: el primer sentimiento de un temor por estar relacionado con la Rueda Control y, por consiguiente, con el gusto, tiene la forma mental de una medialuna invertida; por eso se presenta como un gancho. Muchos pensamientos similares de temor ya se establecen en el aura como una imagen de muchos ganchos que cruzan el aura. Es posible que fuera clarividente aquél que primero hizo una cadena para sujetar por la fuerza a un hombre.
Cuando el temor se adueña del ser, el aura está surcada por una infinidad de estas imágenes que dan la impresión de una reja o envoltura de hierro.
Si a los sentimientos del temor se quiere contraponer los del valor, como estos se hallan relacionados con la Rueda del Corazón y tienen por eso forma de espiral, correspondiendo al tacto, dan la impresión de pequeñas explosiones luminosas que quieren romper la barrera de hierro; es una verdadera batalla áurica. Durante esa lucha puede el ser perecer, porque son dos fuerzas iguales, pares de opuestos, que se disputan el campo áurico. Para librarse de estos peligros, lo mejor es la serenidad mental que aleja las formas de una y otra índole.
Queda entonces establecido que el aura está formada por la vibración mental; de allí su movimiento continuo; está coloreada por la energía vital, de allí sus cambiantes colores; está adornada por las formas mentales que se valen de la materia etérea, para dejar impresa en ella su imagen.