Curso XXXVIII - Enseñanza 4: Las Ruedas Etéreas y el Aura

Cada centro de fuerza se refleja en el astral en forma de círculos rutilantes de diversos colores y se asientan consecuentemente en conjunto en el aura astral.
No es exacto que los centros de fuerza que son innumerables y ni aún los siete principales que son los más visibles, estén dispuestos simétricamente en el aura, como lo demuestra algún grabado, sino son visibles con mayor o menor fuerza, según su potencialidad vibratoria. Los siete centros principales son los siguientes:

  1. Rueda Coronaria, de color sintético.
  2. Rueda Visual, de color azul y rosado blanquecino.
  3. Rueda Laríngea, de color azul pálido.
  4. Rueda Cardíaca, de color oro brillante.
  5. Rueda Solar, de color verde rosado.
  6. Rueda Control, del color del arco iris.
  7. Rueda Sacra, es de color rojo y anaranjado.
    Cada una de estas ruedas corresponde a uno de los Siete Rayos o modulación vibratoria del Éter Cósmico.
    El Éter Cósmico es uno, pero al impregnar el universo con su movimiento creador, se quiebra en siete distintas formas y cada una de ellas corresponde a un poder determinado. Éste es dirigido en el mundo superior por los siete Iniciados Solares y se manifiesta en el mundo astral por las Ruedas Etéreas, que constituyen el estado de ese plano.
    Simultáneamente, por ley de analogía, se repiten estas ruedas en proporción infinitesimal en cada ser.
    Este septenario poder se manifiesta en la tierra en los siete plexos primordiales del planeta, aquéllos que conoce el Iniciado que tiene el poder de trazar las siete partes del Universo.
    En el cuerpo físico humano el Éter Cósmico se encuentra en los siete plexos correspondientes a las Ruedas Etéreas ya citadas.
    Se ha dicho que el aura es algo así como un receptor de todas las fuerzas positivas y negativas del ser, que las expresa mediante una forma, un movimiento y un color en el primer plano del mundo astral.
    Las Ruedas Etéreas se reflejan allí, se mezclan con los colores predominantes del aura. A veces, en un momento de acción sumamente intensa, un centro de fuerza determinado domina todo el espectro áurico.
    En el aura de una persona muy intelectual se podrá distinguir, en la parte superior de ella, una rueda en forma de abanico de un hermoso color azul brillante, que corona la frente del cuerpo astral como una diadema real; mientras los demás centros de fuerza tal vez son tan débiles, que las tonalidades de color y la fuerza de movimiento se pierden entre los demás colores áuricos.
    Una persona, en un momento de intensa ira, desprende de la parte central del aura, lo que equivaldría a la altura del corazón en el cuerpo humano, un humo que rápidamente cubre toda el aura, sin dejar ver otro color. Sólo se ven algunas lenguas de fuego, que son la materialización de la energía condensada por la forma mental correspondiente.
    En algunos temperamentos armónicos y equilibrados se ven distintamente dos o tres de estas ruedas revoloteando en el aura como movedizas flores; pero nunca se puede distinguir separadamente cada una de las siete ruedas.
    En los hombres de estos tiempos es muy visible la Rueda Sacra, que tiene el papel importantísimo de la reproducción. Desde luego, un ser perfectísimo, un Iniciado Solar, ha unido de tal forma sus fuerzas y poderes, que vibra y sintoniza únicamente con el Éter Sintético, el primer derivado del Éter Cósmico; por eso su aura es inmensa, uniforme, de rapidísima vibración, tan rápida que no muestra más que un solo color, que se podría llamar blanquísimo.
    Además de los colores generados por los centros de fuerza, existen en el aura los colores de las formas mentales. Las formas mentales no son siempre aquellas que fueron generadas por el pensamiento de uno y, por eso, resultados de la Rueda Mental del ser, sino que se reflejan allí formas mentales de otros seres.
    El continuo pensamiento de amor y protección de la madre por su pequeño hijo, cubrirá el aura del niño con la forma mental de la madre de un tenue color rosado.
    La creencia religiosa de toda una comunidad protege a sus fieles con un signo característico, reflejado en el aura con un determinado color. Por eso bien dicen los católicos que el cristiano lleva en su espíritu el signo del bautismo, que es imborrable; por eso muchos seres que pertenecen a la religión Zivasvaita tienen en el aura la imagen de un tridente rojo, símbolo de su religión.
    El mismo afecto que se tiene por ciertos seres estampa muchas veces en el aura la imagen de ellos.
Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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