Curso XXXVIII - Enseñanza 7: El Aura de los Iniciados

Más allá de las esferas etéreas que rodean la Tierra, hay un círculo áurico magnético que la protege y defiende; si no fuera por él, las oleadas negativas de vida entrarían en la atmósfera destruyendo toda forma viviente, pues los rayos cósmicos atraviesan este círculo, en la cantidad necesaria para la conveniente destrucción de la vida.
No sólo la Tierra tiene su aura protectora, sino todo ser. El hombre normal tiene un aura protectora formada por sus buenos deseos y por las entidades que lo protegen, mientras que el hombre superior tiene su propia aura defensora. En el aura de los grandes seres se nota un gran círculo en todo el rededor de su borde, que es como una inexpugnable fortaleza para el alma. No pueden penetrar allí las malas formas mentales, ni los choques de las perversas emociones, ni la vibración destructora de los mundos inferiores.
El hombre normal está sujeto a toda clase de influencias, buenas y malas; pero el hombre superior se defiende de ellas admirablemente por la barrera que ha interpuesto entre su mundo interno y el mundo externo.
Por la corriente poderosa que circula por ese cordón áurico pueden las altas entidades auxiliar a los hombres, pero únicamente para fines espirituales. Ni una pizca de materialismo, ni de deseo personal ha de ir unida a esta influencia bienhechora. Tampoco pueden usarla para la influencia psíquica, sino únicamente para la influencia espiritual.
El aura de un Iniciado se abre como una maravillosa pantalla, impregnada de azul, de rosado y de amarillo. Únicamente se puede pensar, para hacerse una imagen, en la hora vespertina sobre el mar, cuando el terso azul de las aguas refleja el cielo rosado, inundado aún por los rayos dorados del sol poniente.
Quienes están cerca de ellos sienten la influencia de sus auras bienhechoras; los niños sonríen, los enfermos se alivian, los afligidos se consuelan y los moribundos entran serenos al país de las sombras.
El aura del Iniciado de Fuego no es extremadamente amplia, pero sí muy resplandeciente; abarca a lo sumo un diámetro de diez metros.
El aura de los Iniciados Lunares, es casi siempre de fuertes y hermosos colores; el formato y colorido de las mismas depende de la misión y categoría a la cual pertenecen. La extensión de su aura abarca a toda su Obra y puede llegar a toda una nación, a todo un país, o a todo un conjunto de seres.
El aura de un Iniciado Lunar religioso o sacerdote es de color oro no uniforme, sino dispuesto como a rayas, con una forma más o menos igual a la del ostensorio del Santísimo Sacramento.
El aura del conquistador es roja y blanca, brillante como el acero. La de un sabio es como una inmensa y brillante naranja.
El aura de los Iniciados Solares, ya se ha dicho, es de un sutilísimo color uniforme; abarca en sí, sintéticamente, todos los colores y es de gran extensión. La mayoría de las veces comprende a toda la tierra y cobija a todos los hombres. Por eso Krishna dice a Arjuna: “Ve en mí reflejados a todos los hombres del Universo” y se dice del Buda que es Salvador de todos los hombres.
Ya se siente en estos días la influencia benéfica del aura protectora del Iniciado Solar que ha de aparecer en el próximo Signo.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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